El finiquito puede ser sinónimo de tragedia en la vida de un trabajador, más a fin de año, cuando el gasto se incrementa considerablemente debido a las celebraciones propias de la fecha. Las preocupaciones se multiplican y la angustia por tener un puesto de trabajo estable puede ennegrecer el verano, fecha en que todos los demás se relajan y festejan el desprendimiento de la rutina.
Pero ¿Tiene necesariamente una connotación negativa? Las cosas tiene un significado que le atribuimos según nuestra propia percepción. Es decir, el valor que agregamos o restamos dependerá exclusivamente de nosotros y nuestra relación con la situación u objeto.
No todo puede ser malo, si llevas un buen tiempo trabajando en la empresa, recibirás una compensación monetaria para nada despreciable, la cual te servirá para vivir tranquilo por un buen período de tiempo. Si estás en esta situación, puede leer nuestra nota sobre los derechos que te corresponden al ser desvinculado de un trabajo. No obstante, hay quienes son adictos al estrés y el solo hecho de imaginarse sentados en la casa les aterroriza, no les permite estar tranquilos.
El dilema entonces se da entre buscar pega de inmediato o bien, aprovechar el dinero del finiquito y tomarse las soñadas y merecidas vacaciones que siempre quisiste. Buscar trabajo de forma inmediata supone pasarse el verano pensando en el tema, estar preocupado y quizás, solo quizás, puedas encontrar algo fijo ya que normalmente los trabajos de verano son temporales y medianamente bien remunerados. En el caso de encontrar trabajo, llegarás a una nueva empresa con todo el estrés que conllevó la pérdida del anterior y la búsqueda, por lo que tendrás una sobrecarga en tus hombros que no es sano para tu vida, en cuanto a tu propia salud y eficacia laboral.
Tal vez lo más recomendable sea tomarte unos días, unas buenas vacaciones. Preocuparte de pagar tus deudas y realizar las acciones necesarias para tener la certeza de que podrás estar tranquilo por un tiempo. Recupera tus energías y tu vitalidad para poder asumir nuevos compromisos como es debido. No se trata de pasar absolutamente todo el verano inactivo o de tomarte un año sabático. Lamentablemente ese es un lujo que solo unos pocos pueden darse.
Vivir para trabajar o trabajar para vivir... He ahí el dilema.
Y tú ¿Qué harías?
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