Estudiar y trabajar siempre parece una tarea imposible, incluso al punto de considerar héroes a aquellos que logran hacerlo. Hay quienes claudican en el intento y hacen pensar a los demás que no se puede, por eso aquí te dejo un poco de mi historia, con la esperanza de que sirva de inspiración para quienes piensan que no pueden lograrlo y a los que al igual que yo, lo hicieron o están haciendo de esta manera, ¡Felicidades! Siéntanse identificados...
¡Hija, yo no puedo pagarte la carrera en esa universidad tan costosa! Esa fue la respuesta de mi madre, cuando le dije que quería estudiar Ingeniería de Mantenimiento Industrial en una universidad privada y era rotundamente cierto, yo apenas tenía 18 años recién cumplidos y 2 meses como aprendiz de secretaría en la empresa Petróleos de Venezuela, la ayuda económica que me daban no era nada atractiva ni sustancial, por lo que el consejo de mi madre, de evaluar otras opciones no era nada descabellado; pero aún así, mis ganas de estudiar esa carrera eran más grandes que las limitaciones de ese momento.
Logré ahorrar el monto de la inscripción y sin pensarlo, me matriculé en la Universidad Nororiental Privada “Gran Mariscal de Ayacucho”, no quería desperdiciar tiempo y tenía el entusiasmo necesario para empezar este trayecto. Realmente, mis limitaciones del primer año se enfocaban en el aspecto económico. Sin embargo, luego de iniciar mis estudios mis dificultades monetarias se unían a las de tiempo. La universidad demandaba atención al igual que mi trabajo y en ambos me sentía a gusto. Trabajaba desde las 7:00 de la mañana hasta las 4:30 de la tarde y mis clases eran desde las 5:00 de la tarde hasta las 10:00 de la noche, necesitaba que mi día tuviese más de 24 horas y mi sueldo se multiplicara al menos por 3.
Adicional a los gastos de la matrícula universitaria, se le unían la de los materiales a utilizar, libros, reproducciones, entre otras, que no había considerado al momento de iniciar. Por momentos pensé que debí hacerle caso a mi madre y esperar un cupo en una universidad pública. El primer año fue el más duro a nivel económico, debido a mi poca cultura de ahorro, mi bajo conocimiento en finanzas personales y planificación.
De repente y sin darme cuenta todas mis prioridades fueron cambiando, las cosas que antes me parecían imprescindibles ya no eran tan necesarias, en el poco tiempo libre que me quedaba sólo quería descansar y mis personas favoritas eran mis compañeros de estudio. También mi planificación a nivel económico, alcanzó a mi parecer la perfección, tanto así, que ya no recordaba los episodios de preocupación por el pago de cuotas de universidad, dinero para transporte y hasta me quedaba para uno que otro gusto un el cafetín de la uni. Fue en ese momento, cuando me dí cuenta de que estaba madurando, que había pasado por un duro proceso de transformación y había asumido que era totalmente responsable de mi vida, tomando el timón que la dirigía entendiendo que sólo de mí dependían los resultados que obtuviese.
Conociendo todos estos aspectos, mi visión cambió totalmente tanto a nivel laboral como a nivel educativo, en el trabajo era más eficiente porque debía tener todo al día con el propósito de no quedarme tiempo extra. En la universidad debía obtener el mayor rendimiento para poder terminar la carrera lo antes posible. Llegaba a casa muy tarde, con ánimos sólo para darme una ducha y dormir, para al otro día iniciar de nuevo el ciclo.
Tal vez al leer esta travesía, pienses que es difícil trabajar y estudiar a la vez, pero puedo decirte, que sin percatarme, empecé a disfrutar mi rutina más de lo que hubiese podido imaginar, en vacaciones hasta extrañaba mi estilo de vida rutinario y adicional a esto, valoré aún más el tiempo libre, cuando coincidía mis vacaciones laborales con las universitarias, procuraba viajar, distraerme, hacer catarsis y recargar todas las fuerzas necesarias para continuar avanzando en el logro de mi meta.
Al transcurrir de estos años, conocí a muchas personas especiales con quien hice un gran equipo para ayudarnos a lograr nuestro propósito, emulabamos el vuelo de las aves, que no dejan a ningún integrante de la bandada fuera y cuando alguno perdía las fuerzas entre todos lo reconfortábamos y continuábamos avanzando.
Sin duda ahora digo que esos cinco años han sido los más fructíferos de mi vida, en el cual crecí espiritualmente, logré establecerme a nivel laboral, alcancé mi meta profesional y llegaron a mi vida personas invaluables que aún permanecen en ella.
Sencillamente, es una forma de hacer las cosas, bien sea por necesidad económica que te obligue a trabajar antes de culminar una carrera o por el contrario quieras independizarte y hacerte totalmente responsable de tu vida, en ambos casos te digo con propiedad, que es la mejor decisión que puedes tomar. En este momento, con todo lo que yo pasé, puedo decir que no le consigo aspectos negativos, sacrificios si, pero con ellos un sinnúmero de beneficios que perduran a través de el tiempo.
¿Y tú? ¿Te atreves?