Me acuerdo que en Matemáticas I, todos los lunes y miércoles, éramos como 30 alumnos en la sala de clases. Lo curioso es que la lista diaria contenía 35 alumnos, un tal Juan Pablo, Claudia, Martina, José y Pedro, eran todos rostros NN para mí.
Ellos nunca vinieron a clases, nunca llegaron tarde ni mucho menos se desconcentraron mirando por la ventana a la calle. Es que matemáticas era tan fome, me llevaba siempre un café para no quedarme dormida y la única distracción era imaginar cómo serían esos compañeros que nunca fueron clases.
En los primeros exámenes del semestre no alcanzamos todos en una sala, ya que resultó que aparecieron todos los personajes que nunca fueron antes y ¿lo curioso? Todos compartían las mismas características:
Primero eran personas muy solitarias, llegaban unos 10 minutos antes de que comenzara la prueba y siempre estaban apoyados en fila en la pared con la mirada hacia el suelo. Obviamente ni ganas te daban de acercarte y preguntarles: ¿Por qué no vienen a clases?, ¿cómo lo hicieron para estudiar? Y de ¿dónde sacaron la materia? Eran tantas las interrogantes, pero ante tanta seriedad en común sabía que no obtendría ninguna respuesta.
Con el tiempo y después de la Cátedra II y estando a fechas del examen final, el profesor nos comentó que aquellos compañeros eran de diferentes carreras y que estaban repitiendo el ramo por segunda o tercera vez. Más características en común tenía el grupito de los que no iban nunca, porque sí, yo ya los había agrupado aunque entre ellos se miraban menos que con nosotros mismos, "los habituales del ramo".
Con el tiempo y más ramos vividos, comprendí que los compañeros que sólo aparecen en las pruebas, es simplemente porque ya han asistido antes a clases y en sus intentos por aprobar, ya conocen de memoria cada frase dicha y repetida. Su única esperanza recae en que esta vez puedan aprobar el ramo victoriosos o con la calificación mínima.
Esos compañeros nunca fueron mis amigos ni los amigos de ninguno de mis compañeros, fueron para nosotros sólo nombres que escuchamos 2 veces a la semana y sólo atinamos a contestar: ¡Ausentes!
¿Y ustedes, han tenido compañeros así?
Imagen CC Universidad de Antioquia