Millones de mujeres deciden tener hijos estando en la cúspide de su carrera profesional y millones sacrifican una cosa por la otra. La mayoría de las mujeres que conozco se han preguntado si vale la pena regresar a su oficina una vez que ha pasado el período post natal. El temor de dejar al bebé al cuidado de otras personas, de que se enferme y tenga que pedir permiso para atenderlo, y otras situaciones que pueden presentarse hacen dudar a muchas de ellas sobre el retorno a sus puestos de trabajo.
En mi caso, pude permitirme renunciar después del post natal porque estaba en un trabajo con un salario muy bajo, en el que apenas me alcanzaba para pagar la sala cuna, así era preferible renunciar. Me quedé con mi hijito unos meses más mientras encontraba algo con un sueldo mayor y por supuesto más responsabilidad. Al igual que muchas madres, también me habría gustado quedarme en mi casa con mis hijos, pero puse en la balanza la necesidad de salir a trabajar y a pesar de que no se inclinó completamente por esta acción, si tuvo un peso importante, que no podía dejar de tomar en cuenta.
Llegaron los beneficios de salir a trabajar: más dinero, conocer gente nueva, tener otros temas de conversación, vestirme y ponerme bonita todos los días, aprender y desarrollarme profesionalmente y por supuesto, más trabajo.
Tener que equilibrar la casa y la oficina no es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Una de las primeras cosas que tuve que aprender fue a desconectarme de la casa cuando estoy en el trabajo y viceversa. Obviamente hay situaciones que deben atenderse fuera de los horarios -en ambos casos- pero aprendí a detectar cuáles eran las urgentes y sobre todo a sacarlas de mi mente, porque se hace más difícil estar concentrada y no entregas el 100% de ti a cualquiera de las actividades que realices.
Planifiqué la vuelta al trabajo con mi esposo, con el compromiso de que ambos atendiéramos las necesidades de los niños. Nos turnamos para llevarlos al médico y así no tenemos que pedir permiso tan seguido.
Cocinar los domingos a pesar de que amo los domingos en familia, me las he ingeniado para despertarme temprano y preparar al menos 4 alimentos distintos para la semana y así no tener que llegar agotada día a día a hacerlo, aprovecho el tiempo con mi hijita mayor a quien puedo poner a partir los huevos o lavar las papas y nos divertimos muchísimo juntas.
Aunque le guste a los jefes o no, siempre hay que dejar claro al principio de la relación laboral, el hecho de que tienes hijos y - en mi caso- ninguna familia con quien contar (mis padres, hermanos y tío viven en mi país de origen). No mientas diciendo que tienes quien te ayude, quien los recoja en el colegio etc., no, después será peor, lo mejor es aclarar desde el principio que salvo alguna emergencia, debes salir siempre a la hora establecida, porque simplemente, nadie más puede retirar a tus hijos del colegio por ti.
Aprovechar el tiempo en la oficina, esto aplica tanto si eres madre o no, y es que a veces no nos damos cuenta de tantas distracciones que podemos tener con el internet y el teléfono, pero cuando eres madre, cada hora cuenta, ya que si tienes tu trabajo al día, seguramente podrás irte unos minutos antes y de esa manera, compartir un poco más con tus hijos.
Siempre he sido ordenada y no me gusta ver mi casa con cosas regadas, pero desde que trabajo y soy madre de dos niños, aprendí a relajarme, me acostumbré "a patear legos todo el día", comprendí que no puedo tener todo al día, entonces si hay comida y los niños están bañados, ¿qué importa que los zapatos estén en la sala?, mientras recogía una y otra vez la casa, perdía el poco tiempo que me quedaba en las noches para compartir con ellos.
Le pedimos a mi madre que venga un par de meses al año a ayudarnos, implica sacrificio de su parte y también una inversión económica para nosotros, pero ella tiene buena disposición y se encarga de los niños para que nosotros le dediquemos un poco más de tiempo a la oficina.
En medio de tanto agite, hago lo posible por mantener una actitud positiva, el trabajo nunca termina y la decisión de formar un hogar fue mía, no es impuesta, así que mis hijos no tienen la culpa de mi estrés, no es tarea fácil, trabajo día a día para librar mi mente de actitudes negativas, de amarguras y sobre todo del cansancio, me ayuda pensar que cada día debo vivirlo como si fuera el último y sobre todo agradecer por tener la posibilidad y la salud de llevar a cabo ambas tareas, por difíciles que sean... PUEDO HACERLO.
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