La vida laboral siempre ha estado cargada de aprendizajes a los cuales muchas veces debemos enfrentarnos de manera imprevista, sobre todo cuando estamos recién empezando a trabajar. En mi caso al menos, como estudié periodismo, he pasado por una cantidad impresionante de trabajos, transformando la movilidad laboral en un estilo de vida.
Podemos encontrarnos con jefes egoístas, altaneros, simpáticos o extraños, pero siempre habrá una anécdota para contar de cada uno. Aún recuerdo cuando trabajé en cierta cadena nacional del retail y uno de mis jefes era tan simpático que todos los trabajadores le pasaban "por encima". Llegaban tarde con excusas tontas, se tomaban más de la hora reglamentaria de colación, inventaban historias entre ellos y él no les decía nada para no perder su estatus de "jefe empático y comprensivo".
Con el tiempo muchos empleados fueron tomándose atribuciones que no les correspondían, incluso uno de ellos, se auto-proclamó gratuitamente como "el subjefe" y nos llegaba a quitar la silla que por ley teníamos derecho a tener y utilizar en el lugar de trabajo.
Estas actitudes las encontré pésimo, porque los jefes buena onda están en peligro de extinción.
Sin embargo, era obvio que nos entregaba muchos momentos de risas y buena onda, y a él le gustaba provocar eso, como la vez en que llegó disfrazado de reno. Era el 18 de diciembre de 2009 con un calor del infierno en todo el mall, y el por ahí con un enterito de peluche café y unos cuernos de cartón. Lo que nadie le había dicho era que la celebración se había pospuesto para el día siguiente. Él, muy digno se quedó y a pesar de que pudo haber ido a su hogar a cambiarse de ropa, prefirió quedarse así y tomarse foto con los niños y señoras que lo apretujaban a cada rato, tuvo una paciencia de santo con todos.
En mi caso, a pesar lo cercano que era, siempre lo traté con respeto, evitando "pasarme de la raya" como lo hacía el resto. ¿Y ustedes han tenido un jefe así? ¿Cómo reaccionan sus compañeros de trabajo?