Hay jefes tiranos, que son felices mientras entre dinero. De esos, no vale la pena hablar. Por otro lado, están los líderes que lo que más desean es el respeto de sus empleados. Ellos son felices pudiendo compartir una cena o unos tragos con ellos, sin que sientan incomodidad. Ahora bien, todo jefe siempre busca que se mantenga cierto grado de autoridad.
Este es un problema común para los líderes, que podrían tener problemas para mantener su nivel de amabilidad en equilibrio con su papel al frente de una empresa. Si un jefe está dispuesto a aceptar los límites de la amistad con los empleados, estas reglas son un buen comienzo:
1. Ser transparente para conservar la amistad
Ser amigos con los empleados es lo mismo que ser amigo de cualquier otra persona: la honestidad es la base. Para un jefe, ser amigo de los trabajadores requiere sinceridad para contar todos los asuntos de la empresa. Tienes que ser abierto, transparente por adelantado, y un apasionado del compromiso, así tendrás en claro que gusta y no a tus empleados.
2. Sentirse cómodo con emociones fuertes
Si hay una intención de crear una amistad jefe-empleado, este último igual podría sentirse intimidado cuando se le pidiesen opiniones más abiertas sobre temas que podrían molestar al jefe. Un líder debe establecer la regla de que los intereses comerciales son lo primero, así que hay que aceptar que estas amistades tienen que sobrevivir a los choques emocionales provocadas por los desacuerdos.
3. Aprender a trabajar entre amigos
Probablemente no encontrarás al mejor amigo de tu vida en el trabajo, pero eso no evita que un jefe no pueda actuar como tal en un empleo. Por ejemplo, no puedes ser simpático después del trabajo, pero en la oficina actuar como otra persona. Eso está mal. Se debe aprender a convivir en la "buena onda" y aun así seguir produciendo como siempre.
4. Puede que no dure
Incluso si se ha logrado entablar una buena amistad, un líder no puede llevarse bien con todos los empleados en cuestión. Al final, los empleados terminan perdiendo el interés por el grado de amistad. Si ese es el caso, no hay que tomarlo de forma negativa. Confía en tus relaciones fuera del trabajo para satisfacer las necesidades sociales. Tampoco hay espacio para el rencor.
Las cosas se ponen aún más difícil cuando se tiene que despedir a alguien que podrías considerar un amigo ¿o no?
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