Hay personas que siempre andan corriendo de un lado a otro. Tienen que trabajar, ir a clases, reunirse con compañeros para un trabajo, juntarse con amigos o su pareja y además, llegan a sus casas a estudiar. A veces alegan o simplemente dejan que otros se compadezcan de ellos porque siempre parecen tan ocupados. Sin embargo, al momento de comprometerse con hacer algo más son los primeros en ofrecerse. Si este es tu caso, prepárate, puedes padecer de adicción al estrés.
Al parecer esta adicción es una tendencia que ha cobrado relevancia en estos últimos tiempos. Incluso existen institutos y especialistas enfocados en esta rama. Jim Pfaus, neurocientífico de la Universidad Concordia, comentó a un portal estadounidense que: “Cuando activamos nuestro sistema nervioso y atencional, los factores del estrés también pueden despertar nuestro circuito neuronal, que está esperando por aparecer, igual como lo hacen las drogas”.
Los principales rasgos de la adicción al estrés son tener un ritmo de vida totalmente vertiginoso, donde todas las cosas se deben hacer de forma inmediata y con apuro. También evita deprenderse de esa rutina, o sea el adicto por ningún motivo va a querer dejar de hacer las cosas que tiene presupuestadas. Igualmente, este tipo de persona siempre va a estar con signos que noten su cansancio y tampoco va a buscar la manera de relajarse o de poder concentrarse.
Para diferenciar a personas que simplemente disfrutan de ser activas con otras que ya tienen un problema, es importante focalizarse en los resultados. Las adicciones siempre tienen un impacto negativo, puede ser que la sujeto se refugia en ella para esconder problemas más íntimos y profundos o porque simplemente quiere escapar de algo. Dentro de esto, la gente más propensa es la que la sufre de depresión, baja autoestima y ansiedad.
También es necesario diferenciar el estrés físico del mental. El primero, se relaciona específicamente cuando al cuerpo se le exige rendimiento a través de una actividad física continua. En el segundo caso, es meramente intelectual, donde la persona se ve enfrentada a distintas obligaciones que debe cumplir o realizar dentro de un tiempo determinado.
Además, tener un estilo de vida así, probablemente deteriorará a la persona cada vez más, los adictos pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades o también detonar una depresión. Por eso, lo importante siempre es detectarlo a tiempo y ver las formas de cómo solucionarlo. Es preferible en estos casos buscar apoyo psicológico con un especialista.
Ojo que siempre hay que saber diferenciar si estás pasando por un momento caótico donde tienes muchas pruebas, trabajos y compromisos a disfrutar o refugiarte en hacer todo lo que te ofrecen para no pensar en algo más. Lo importante siempre es realizar esta diferencia.
Y tú, ¿te consideras un adicto?