El gas lacrimógeno nace en el contexto de la Primera Guerra Mundial como un arma química de control de multitudes. De esta forma, se populariza su uso en la década del 60 tras la revuelta estudiantil en Francia (mayo del 68), las protestas contra el régimen franquista en España, contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos y por consecuencia de un contexto que deja el término de la Segunda Guerra Mundial, las sucesivas crisis económicas, la polarización política y el asentamiento definitivo de un sistema político económico capitalista y neoliberal.
En Chile las “lacrimógenas” se hicieron comunes tras la dictadura militar, cuando era cotidiano que se disuadiera a la gente que buscaba manifestarse mediante el uso de este químico.
Andrei Tchernitchin, doctor y docente de la Universidad de Chile, intrigado por las consecuencias que producía el tóxico gas en los jóvenes que protestaban en las locaciones de la Facultad de medicina, comenzó a reunir restos de los cartuchos y a investigar sus componentes.
Además de pedirle a los estudiantes que habían estado expuestos al gas una muestra de sangre para poder corroborar daños y alteraciones.
Hoy, puede afirmar que afecta las funciones reproductivas, que daña el feto en el último trimestre de embarazo, a los niños en sus primeros años de vida y puede generar daños irreversibles a la salud.
Según el doctor, la mortalidad del producto depende de las condiciones en las que éste se inhale.
Afirmación que se contrapone a la investigación que realizó el gobierno británico a fines de los 60 en Irlanda, donde aseguraron que el gas no presenta peligro para la vida, ni siquiera de niños o ancianos.
La investigación dio pie para que el uso del gas, y también su comercialización, se normalizara y fuera en constante en aumento. Se convirtió en un elemento fundamental para los Estados en tiempos de crisis.
Desde la Primavera Árabe en el 2011 que su valor ha aumentado en un 18% por la mayor demanda internacional que existe.
En Grecia desde hace años que es el protagonista de la crisis. En España el gobierno de Mariano Rajoy ha hecho significativos recortes presupuestarios, sin embargo el presupuesto antidisturbios aumentó de 173.000 Euros a 3 millones en un año. Y, en Chile, el 2011 en sólo cinco horas se gastaron más de 60 millones de pesos en lacrimógenas que se utilizaron en la Casa central de la U. de Chile y en el Instituto Nacional.
Durante ese año se invirtieron unos 256 millones en los primeros ocho meses y, tras la petición pública a Carabineros para que entregaran la cifra exacta del material disuasivo utilizado en marchas y protestas, éstos se negaron asegurando que se trataba de información confidencial que ponía en riesgo la seguridad de Estado.
Anna Feigenbaum, quien investiga la historia política del gas lacrimógeno en la Universidad de Bournemouth en el Reino Unido, estima que austeridad y aumento de los gastos de seguridad van de la mano.
De esta forma la presencia del gas y su comercialización va en aumento desde enero del presente año. Países como Brasil, Estados Unidos, Bahren Egipto e Israel son los principales vendedores.
En teoría, este elemento que es fundamental para salvar vidas y proteger la propiedad en palabras de Patrick Ventrell, portavoz de EE.UU, debería ser usado en última instancia, luego de una serie de procedimientos disuasivos por parte de Carabineros, en el caso de nuestro país.
Sin embargo, es común que se comente que día a día que la represión es más cruda y violenta en las manifestaciones, lo que marca a Chile en el mapa de los países que más usan el molesto y tóxico gas, junto con los que se encuentran en crisis en la Eurozona y los del medio oriente.
La profundización de la democracia, como es el caso de Egipto, no conlleva el cese del uso de este químico que progresivamente es más utilizado por los gobiernos y Estados, sobre todo en contextos de crisis, desembolsando significativas sumas de dinero en su compra y recortando en áreas esenciales como salud, vivienda y educación.
¿Se justifica la inversión y el uso del gas lacrimógeno en Chile y el mundo en tiempos de crisis?
Gas lacrimógeno, un negocio en alza
Publicado
por
Camila Hidalgo