El trabajo en equipo puede ser fluido o angustiante. Todo depende de los compañeros que elijamos o que nos toquen sin derecho a reclamo, gracias a las no siempre salomónicas decisiones del profesor.
Lo importante aquí es que sea el que sea el origen de la conformación del grupo, todos trabajen y se ganen la nota de manera equilibrada. Nada peor que asumir responsabilidades ajenas ¿no? Pero típico que pasa y es una lata.
Entonces ¿cómo podemos librarnos de esos “compañeros mochila” que en vez de aportar, entorpecen el desarrollo de las actividades? No hay fórmula perfecta, pero al menos podemos tomar algunas medidas como: dejar claro, desde un comienzo, los roles y plazos; definir las jerarquías (por ejemplo quién dirigirá, investigará u ordenará la información… etc.); e impartir una cuota de “terror interno” –en el mejor sentido que podamos dar al concepto- indicando que quién no cumpla simplemente se va, sin compasión ni compañerismo exacerbado.
No falta el colado que simplemente aparece, ya sea integrándose como si nada al grupo o estando presente solo cuando tiene ganas. Acusarlo es una opción o simplemente decirles en su cara que se retiren. Mejor no andar con rodeos en este tipo de asuntos. Hay que darle un corte a los “Free-Riders”.
También es cierto que los equipos responden a los resultados finales y que los evaluadores no valoran o consideran realmente el trabajo individual. O sea, esa es la gracia. No obstante, hay que tratar a toda costa de alejar a los compañeros flojos, desmotivados o mala onda.
Después de la batalla todos son ganadores
Cuando nos toca repetir con las mismas personas trabajos o pruebas grupales, resulta efectivo generar oportunidades de cohesión entretenidas. Un asado o una junta después de clases son opciones al alcance de la mano. Eso sí, es importante dedicar algunos minutos al tema del trabajo grupal, sino no tendría sentido armar el carrete.
También es importante valorar los logros alcanzados (como una nota muy buena) y celebrar. Reconocer el esfuerzo otorga varios puntos a favor de la confianza y la reciprocidad.
Tips:
- Recuerda que un grupo de estudiantes trabajando juntos en la misma materia, pero sin ninguna coordinación no forma un equipo.
Hay que cultivar la complementariedad, fortaleciendo la idea de que todos los conocimientos son relevantes para sacar el tema adelante.
- La comunicación es básica y tiene que ser abierta entre todos los miembros, aunque cueste. Así también lo son la confianza en el buen desempeño y responsabilidad de los demás.
- El compromiso implica que cada uno de lo mejor de sí, en pro del éxito. Un equipo de fútbol es un paradigma del trabajo en equipo, pese a que algunos son mejores que otros.
¿Te han tocado compañeros que no hacen nada, ¿qué haces con ellos?
Trabajos grupales: ¿ahuyentar a los flojos o motivarlos?
Publicado
por
Carolina Montiel