Siempre creí que el peor trabajo que una persona podría tener es el de cajero de peaje (por lo monótono y solitario). Tiempo después cambié de idea, cuando en San Pedro de Atacama conocí a una niña que cuidaba un baño en pleno desierto. Sola. Mirando un increíble paisaje, pero sola. Y, Ok, sé que probablemente hay trabajos mucho peores, pero jamás me imaginé que, oficialmente, ser periodista sería reconocido como el peor de los peores del 2013.
Cada año la consultora de trabajo estadounidense CareerCast.com elabora un ranking con los 200 mejores y los peores empleos y, continuando con la tradición, lo más probable era se encontrara entre los últimos lugares, pero esta vez fue peor. Periodismo es la peor profesión del año siendo superada por la de leñador (199), personal militar (198), actor (197) y trabajador de una plataforma petrolífera (196).
Las razones que sitúan a los periodistas como el punto rojo del ranking son varias: la retribución salarial, el estrés al que se ven sometidos los profesionales de la información y la amplia jornada laboral sin horarios fijos.
Para valorar cada una de las profesiones la consultora tuvo en cuenta cinco criterios: exigencias físicas, ambiente de trabajo, los ingresos, el estrés y las probabilidades de contratación. Así, el mejor trabajo supondría, en teoría, una buena calidad de vida con un mínimo de estrés.
Quiénes son los afortunados con una pega de oro se preguntarán ustedes. Ellos son, ni más ni menos, que los notarios, (o actuario como aparecía en la lista). El segundo lugar lo ocupan los ingenieros biomédicos, seguidos de los ingenieros de software, los audiólogos, los planificadores financieros y los higienistas dentales.
No era mi intención deprimir a nadie, pero si quieren conocer la lista completa acá la pueden ver.