El Ministerio de Educación sorprendió ayer con un anuncio dirigido directamente hacia la mejora de la docencia en nuestro país: una beca que cubrirá el 100 por ciento del arancel a todos aquellos jóvenes que quieran estudiar Pedagogía y que hayan obtenido 600 puntos, o más, en la Prueba de Selección Universitaria (PSU).
Dicha medida, indudablemente, es un incentivo para aquellos que quieran formarse como profesores; ayuda en la generación de oportunidades para personas de escasos recursos y evita el endeudamiento de miles de jóvenes. Sin embargo, los invito a reflexionar sobre los dos reales problemas de dicho sistema: vocación y calidad, las dos falencias más importantes de la Pedagogía en nuestro país y que el señor Joaquín Lavín, sigue olvidando.
Partamos por la vocación. Muchos de los jóvenes que actualmente están estudiando Pedagogía, o que ya lo hicieron, tomaron esa decisión por la simple razón de que el puntaje obtenido no les alcanzó para otra cosa. No hay que tener ningún magíster en educación para darse cuenta de esa realidad. Ok, aumentemos los puntajes mínimos de ingreso y demos buenas posibilidades de becas a quienes quieren ser docentes, pero ¿Estamos filtrando los intereses y aptitudes de los jóvenes, para que así los futuros profesores de nuestro país sean personas con vocación y con reales ganas de mejorar el país?
Natalia Muñoz acaba de egresar este año de Pedagogía en Matemáticas de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) y es tajante en afirmar que "esta medida no cumple su función; las iniciativas son buenas cuando cumplen su objetivo, que la carrera sea gratis, no implica que habrán mejores profesores". Además, agrega una mala arista de dicha implementación: "muy bien que quieran ser profes y les salga gratis, sobre todo la gente que no tiene plata, pero esto también implicaría que muchos quieran ser docentes sólo porque sale gratis. La calidad de un profesor va en su formación inicial y en sus capacitaciones... No en la gratuidad de sus estudios", concluye.
Por otro lado, nos encontramos con la calidad. La misma palabra que tantos gobiernos ha utilizado para adornar sus discursos, pero que ninguno ha logrado mejorar. Es más, el mismo ministro de educación explicó que la finalidad de esta nueva medida es mejorar la calidad de los futuros profesores de nuestro país ¿De qué manera una beca de gratuidad, mejora la calidad de los docentes, si la formación que estos reciben en las instituciones sigue siendo deficiente?
Paulina Rodríguez estudia Educación Parvularia en la UMCE y tampoco considera que dicha medida sea una solución directa a los reales problemas de la formación pedagógica. "El Gobierno debiese ordenar sus prioridades y focalizar las soluciones hacia donde realmente se encuentra la falencia de este sistema: la nula fiscalización de las instituciones que imparten pedagogías". Es enfática en expresar que "cualquiera puede llegar a ser profesor, las exigencias en algunas universidades e institutos son mínimas, y la calidad de la formación que reciben los futuros profesores es precaria. Aquí está el problema, pero nadie quiere afrontarlo".
Podemos entonces sacar en limpio que sí, es una buena medida para todos aquellos que poseen escasos recursos y quieran estudiar pedagogía, sin embargo, no cumple con la función que el mismo ministro de educación le ha entregado: mejorar la calidad. Es como si un doctor focalizara todos sus esfuerzos en curar una pequeña herida que se hizo un niño por caerse en bicicleta y dejara de lado al que apenas puede respirar por una pulmonía. Si algo se quiere solucionar, las prioridades deben orientarse hacia el tronco del árbol, no en las pequeñas ramitas.
Ustedes que creen ¿Qué les parece esta iniciativa? ¿Esta medida realmente mejora la calidad de la educación de nuestro país? ¿La gratuidad de la carrera hará que los profesores sean mejores?