Día a día, los que estudiamos en República, tenemos la experiencia de ver las cosas que los vendedores ambulantes exponen en su pequeño “mall del piso”. Ropa, bufandas y hasta accesorios electrónicos podemos encontrar camino a la universidad, objetos que muchas veces nos tientan con sus económicos precios, haciéndonos gastar en cosas que tal vez ni siquiera necesitamos tanto.
Las mujeres somos las que más caemos al ver tanta cosa linda que en algunas ocasiones hay. Obviamente es pura ropa que después vamos a ver repetida por los pasillos de nuestra universidad, pero da lo mismo, a veces la tentación nos gana y, teniendo unas luquitas de más, no importa tanto gastar unos cuantos pesos en algo que nos haya llamado la atención.
Los pañuelos son los que más la llevan ahora. Esos floreaditos con diversos diseños, son los que más causan sensación entre las niñas, quienes no dudan en sacar su billetera para obtener un lindo accesorio que adorne su cuello en días más fríos.
Para mí, la “feria” que se instala en República es una distracción enorme. No hay día en que no me quede pegada mirando lo que sea que haya, incluso cuando voy atrasada: cualquier cosa que me guste un poquito, evita que siga mi camino normal sin antes vitrinear para ver si es que hay algo nuevo.
Está más que claro que lo que ofrecen los vendedores ambulantes tal vez no es de la mejor calidad, pero hay que reconocer que igual salva. Una vez me compré un chaleco, y me duró por lo menos toda la temporada otoño-invierno, y de lo más bien. Lo mismo con una billetera, que la tuve hasta que un día me la robaron, pero ese ya es otro cuento.
Una de las cosas “chistosas” que pasan cuando uno les compra a los vendedores ambulantes, es que cuando llegan los pacos ellos apretan cachete lo más rápido que puedan, dejando al cliente marcando ocupado, a veces sin ni siquiera haber recibido la plata o habiendo entregado el producto.
¿Qué opinas de los vendedores ambulantes? ¿Te tientas cuando vas camino a la U?