Intercambio estudiantil: experiencia de vida universitaria

A menudo dicen que la educación superior es una etapa que nos dejará muchas experiencias inolvidables; y sean buenas o más o menos, son historias que quedan grabadas para el resto de nuestras vidas. Imagínense si a eso le sumamos un par de meses de intercambio en el extranjero: nueva cultura, nueva gente, nuevos aires. Mauricio Rodríguez era estudiante de periodismo en la Universidad Diego Portales cuando decidió postular a un programa de intercambio. Es así como el 2008 estuvo un semestre en la Universidad del Salvador en Buenos Aires, cursando materias de las carreras de periodismo y relaciones públicas. Un poco más lejos se fue Sebastián Sepúlveda, en ese entonces estudiante de Literatura en la Chile. La Universidad Autónoma de Madrid le abrió sus puertas por medio de una beca otorgada por el programa de becas UAM – Grupo Santander que le pagó la mitad de los pasajes y una mensualidad para su estadía.  Ese fue el mismo programa de becas que le permitió a Camila Meza, estudiante de arquitectura de la USACH,  cursar un semestre en Granada. A pesar de los distintos rumbos, profesiones e historias, los tres concuerdan en que es una experiencia inolvidable. “Tomen la decisión a ojos cerrados”, “no hay que pensarlo dos veces”, “es una experiencia enriquecedora en todo aspecto”, dicen nuestros protagonistas. Y es que no sólo se trata de ir a clases en una sala distinta, un poco más lejos de nuestra casa y con gente que habla diferente. No. Estamos frente a una nueva experiencia de vida que nos permite conocer una nueva cultura y distintas formas de vida que se complementan con la formación académica que buscamos. “Más allá de lo profesional, es una experiencia personal muy importante. Te permite conocer otras realidades... La interacción con estudiantes de todo el mundo es la clave principal”, cuenta Mauricio. Pero estar lejos de casa y la familia no es fácil, recuerda Camila, aunque de todos modos rescata poder “experimentar su carrera desde otro enfoque”, con distintos puntos de vista acerca de la arquitectura que le han servido muchísimo para seguir avanzando en su formación. Incluso, esta experiencia puede delinear futuros pasos, como lo fue en el caso de Sebastián. Los paseos por las calles europeas y los textos encontrados ahí (que no estaban en Chile) determinaron su tema de tesis, lo que le permitió comprender de una forma distinta la literatura española y latinoamericana. Así, decidió investigar cómo vivir en otro país afectó a Julio Cortázar en su magnífica “Rayuela”. Pero éstas nos son las únicas opciones para irse un tiempo a otro país. Denisse Lillo estaba en segundo año de Derecho en la Universidad Católica de Valparaíso cuando postuló al programa Cultural Care Au Pair de la agencia EF, el que consistía en estudiar y trabajar en Estados Unidos durante un año. Ella cuidaba a los hijos de la familia “anfitriona” y tuvo la libertad de escoger cursos que le permitieran completar una cierta cantidad de créditos. Tanta fue esa libertad, que a su regreso a Chile dejó de lado las leyes y se matriculó en la Universidad de Chile en la carrera de Lengua y Literatura Inglesas. Con este viaje Denisse se dio cuenta “de lo que realmente le gustaba y cuáles eran sus habilidades”, por lo que no dudó en cambiar su destino luego vivir un año en otro país. “Los intercambios o programas en general en el extranjero siempre los recomiendo totalmente. Te transforman de una manera positiva y te hacen crecer intelectual y espiritualmente. No hay día de mi vida que no me sienta agradecida por la oportunidad que tuve, ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. Estar en el extranjero es algo que hay que hacer”. Son muchas las becas y programas de intercambio. Lo importante es que no te quedes sólo con la información que te entregan en la U, ya que hay muchas embajadas, consulados e instituciones dispuestos a darnos una mano (y algunas lucas) para probar suerte en otras tierras. Y tú ¿te animas a viajar? ¿Tienes alguna experiencia de intercambio?