Frente a frente con sus papás, el momento no era fácil. Pero Pedro Pablo se armó de valor y simplemente salió de su boca: no quería ir más a la universidad. El shock no fue pequeño pero sus papás finalmente entendieron que los estudios no eran para su hijo y le dieron la confianza para que se embarcara en otro proyecto de vida, no esa ecuación clásica que nos enseñan que después de salir del colegio automáticamente hay que seguir en la universidad.
Pedro pasó en el año 2000 por la Universidad Católica de Valparaíso para estudiar Ingeniería Civil Electrónica. Sin estar seguro quiso probar, pero esa carrera no era para él. Segundo intento: Universidad Técnica Federico Santa María, Ingeniería Comercial. “Aquí nuevamente no sabía que estudiar, me gustaban los negocios y además es como la carrera comodín” asegura, pero esa inseguridad le pasó la cuenta y lo llevó a un tercer intento en la Universidad Diego Portales para estudiar Ingeniería Civil Informática.
Acá el panorama fue más auspicioso, comenzó a trabajar freelance en temas de tecnología además de participar en la producción de Loveparade Chile. Si bien tenía una buena relación con los libros el empujón fue externo.
Problemas económicos hicieron que se replanteara su carrera, teniendo como respaldo que en 2005 ya tenía armada una empresa. Así que se arriesgó, dejó la universidad y le dio con todo a su empresa, congelando los estudios que jamás retomó.
Más allá de la universidad
La alta deserción de los alumnos en las universidades del país es un tema que preocupa al gobierno. Según el ministro de Educación, Harald Beyer "en Chile los niveles de deserción de las carreras que ofrece el CRUCh son muy elevados para los estándares que necesitamos para una educación de calidad".
En tanto, en el Mineduc indican que se titula el 57% de los alumnos que ingresan a la universidad, cifra muy por debajo de los países desarrollados, donde la tasa es de entre 70% y 75%. A ello Beyer agrega que "sólo uno de cada dos estudiantes que deserta vuelve a reincorporarse al sistema" educacional, cifra que en la población más vulnerable es aún menor: uno de cada diez, según reporta Emol. .
Las razones para este alto porcentaje son variados, como los factores económicos o sociales. Pero más allá de las razones puntuales, en el país ya se ha hecho una radiografía de quienes dejan de estudiar.
Según el estudio “Deserción universitaria en Chile: incidencia del financiamiento y otros factores asociados”, realizado por Andrés Barrios de Un Techo para Chile, las mujeres tienen menos probabilidades de desertar que los hombres, los estudiantes solteros desertan menos que los casados y que mientras mayor es el estudiante al momento de ingresar a la universidad, mayores son sus probabilidades dejar los estudios.
Y en cuanto sector socioeconómico se detectó que “los estudiantes provenientes de escuelas municipales tienen mayores probabilidades de desertar que quienes provienen de colegios particulares subvencionados o de colegios particulares”. En este sentido el informe asegura que “el acceso al financiamiento reduce las probabilidades de deserción, por lo que es importante diseñar instrumentos adecuados que permitan que quienes lo requieran, puedan acceder a esta ayuda”, junto con ello recomienda focalizar el financiamiento hacia los grupos de menores recursos.
Esto sobre todo en un país donde las posibilidades de surgir por una vía que no sea la educación es casi imposible.
Y así lo vivió Pedro Pablo que sin un cartón bajo el brazo tuvo miedo durante años de no encontrar un trabajo. “La mochila pesa, durante años me sentía inseguro. Emprender es todo un tema, muchas veces faltan las lucas, hay que ser ordenado para pasar mes a mes sin problemas guardando para las vacas flacas”.
Lo mismo le pasó a Eugenia, que luego de dos intentos en la Universidad de Antofagasta y la de La Serena decidió dejar los estudios. Si bien siempre le dijeron que tenía “dedos para el piano” pues dibujaba bien y desde pequeña, asegura: “no aguanté seguir en algo que aborrecía. La universidad era pésima en infraestructura, no todos los docentes eran buenos, la malla era deficiente y había un mal ambiente”.
La dificultad para ella es doble, ahora es dueña de casa y tiene dos hijos y sin un cartón universitario es más complejo pero pretende crear una Pyme con productos de lana de llama. “Socialmente es mal visto no tener título. Es mal visto ser sólo dueña de casa y mamá. Definitivamente uno no tiene las mismas oportunidades pero, habiendo pasado por la universidad tienes algunos puntos a favor”, asegura.
En tanto el emprendimiento de Pedro le dio más que buenos resultados. En 2004 comenzó con su primera empresa, OXUS y el 2009 con diDigital, ambas en estos momentos administradas por su socio. Actualmente es Senior Engineering Manager para Groupon en Chicago, donde se fue a vivir con su esposa. Hasta ahora sus cuentas son claras: “No estudiar en la universidad te pone en un plano distinto que tiene ventajas y desventajas, He llegado donde estoy, pese a que en Chile te enseñan a que sólo lo logras con un título, cosa que está muy lejana a la realidad. La universidad te enseña cosas importantes pero con el tiempo te das cuenta que está sobrevalorada y que deberían enfocarse más en el hacer y el desarrollar a la persona”.
¿Qué opinas acerca de dejar la universidad y buscar otros caminos? ¿Tomarías el riesgo?