¿Quién podría decir que no ha tenido problemas con algún profesor de colegio o universidad? Todos, alguna vez, experimentamos lo adverso que es tener a un educador en nuestra contra. Y es que, a veces, tras cualquier falta a la responsabilidad como llegar tarde a la clase, no asistir o simplemente conversar y distraer a los demás puede ser motivo para que determinado pedagogo te tenga "entre ceja y ceja".
Esto significa que el profesor en cuestión te ficha, y cada cosa que haces le molesta de sobremanera. Solo se fija en lo negativo de tu comportamiento.
Cuando me di cuenta de que la profesora me tenía mala
En lo personal, tuve esta experiencia mientras cursaba la carrera de Artes Visuales. La profesora titular de Dibujo empezó a expresar su malestar conmigo. Todo comenzó tras mis "largos o extendidos recreos". Me demoraba un poco más en regresar a la clase, lo que no pasó desapercibido para mi maestra.
Una vez que volví de recreo a la sala me regañó al decirme que perdí la mitad de la clase, apuntando a que mi comportamiento era irresponsable. Y es que un día me fui a dar una vuelta al río que estaba cerca de la facultad porque el día estaba soleado. Cuando volví, y tras el reto de mi pedagoga, me acordé de la canción de la banda Pink Floyd We don't need education. Por un momento, tuve un sentimiento negativo en contra de la institución académica, me sentí en una cárcel imposibilitado de salir libremente.
En otra ocasión, la profesora me increpó por hablar con un compañero durante la clase de Dibujo. Me dijo que lo distraía y que desconcentraba a las otras profesoras de la clase, haciéndoles perder el tiempo. A estas alturas, yo estaba seguro de que la ella me tenía "entre ceja y ceja".
La profesora no cambiaba su actitud
En un par de oportunidades, le hice mis descargos. Le dije que no tenía nada de malo hablar con los demás si yo cumplía con mi trabajo y estaba al día. Parecía ser que mientras más me excusaba ella más se exaltaba.
-"Bueno, ponte a trabajar y no me distraigas a las profesoras", decía con frecuencia.
Pasaron las semanas y la profesora no cambiaba su actitud conmigo, con frases como: "siempre llegas tarde", "Me distraes a los demás", "Ponte a trabajar", "Eres muy disperso", "Perdiste la mitad de la clase", entre otras. Esto me hizo pensar que mi relación profesora-alumno estaba viciada, y que le quedaba poca existencia.
Pruebas y licencia médica
Llegó el momento de la primera prueba parcial, la cual consistía en entregar todos los trabajos hechos hasta la fecha. Para colmo, justo me vino una gripe fulminante que me dejó en cama por, al menos, cuatro días seguidos.
Volví a la clase de Dibujo con un justificativo del hospital, el cual documentaba mi paso por este recinto médico tras ir a consultar a emergencias por mi gripe. Todo esto con la intención de mostrárselo a la profesora que me tenía mala.
Mi maestra solo se limitó a decirme que estaba libre, que podía haber mandado un mail avisando que iba a faltar a la entrega del parcial, que tenía muchas faltas. Le respondí que me iba a quejar a la secretaría de estudios. La profesora me respondió sentenciando: "¡Haz lo que quieras!".
Como consejo sano, nunca se dejen amedrentar por una autoridad escolar cuando es algo injustificado. Defiendan con mucho respeto sus derechos como alumno. La verdad es que el profesor tiene derecho a quejarse, pero jamás puede negar el ingreso a su clase porque de esa manera se le falta el respeto al alumno. Lo importante es hacer lo correcto para que así exista una armonía entre alumno y profesor.