“Llegó el momento de demostrar todo lo que aprendí en la facultad”. Eso fue lo que me dije cuando por primera vez pisé la redacción de uno de los principales medios de comunicación del lugar en el que vivía. Sin embargo, no todo fue color de rosa (más bien, fue rosa pálido). La práctica profesional puede ser frustrante si es que no tienes en cuenta algunos tips que voy a mencionar.
Primer día de práctica
Cuando llegué al lugar de trabajo, un futuro colega me indicó en qué oficina iba a trabajar, y juntos recorrimos todas las instalaciones del medio radial. Es muy importante que en el primer día se haga un reconocimiento de área. El resto de la semana se trataría, sobre todo, de conocer a los trabajadores del lugar y de empezar a programar cuál sería mi aporte en la práctica profesional en este medio de comunicación.
Tal vez lo más importante que aprendí a lo largo de toda la experiencia fue la importancia de aliarse a las personas de más edad que trabajaban en el área de mi práctica profesional en medio de comunicación: ellos están al tanto de todos los pormenores y detalles de la profesión de periodista, en mi caso; pueden enseñar sus mañas, el “cómo se trabaja”, que va más allá de la teoría que a todos nos enseñan en la facultad. Hay que ser perceptivos y escuchar. También es necesario hacer oídos sordos a aquellos de los cuáles no aprenderás nada, siempre con respeto, porque en las vueltas de la vida nunca se sabe si los volveremos a ver.
Pasó un mes y ya había incorporado muchas de las herramientas enseñadas en la práctica profesional en el medio de comunicación. De repente me volvía útil en la redacción y sabía que podía aportar en verdad otros puntos de vista ante un mismo tema, sin los vicios de los “años de estar allí en la redacción”.
Trabajo en terreno
Y un día topé con el primer paso a mi madurez profesional: la primera salida a la calle como corresponsal a buscar “la nota”. Ya no era la pasante de la práctica profesional en medio de comunicación sino “la reportera” que salía en nombre del medio.
Un escalofrío recorrió cada parte de mi cuerpo. Traté de llevarlo adelante lo mejor que pude. Grabadora en mano encontré la noticia. Y mientras regresaba a la redacción me dije: seguro esta nota equivaldrá a la nota que luego, los demás medios, iban a tomar prestada.
Escribí, borré, rehice, borré y volví a escribir. Quería que fuera perfecta. Dejé lo que más me interesaba destacar, de manera que el locutor pudiera leer el reporte radial en vivo y luego entraran las declaraciones de manera perfecta.
Todo iba a la perfección y cuando estaba por salir, un reportero de exteriores llamó a la redacción para que le dieran aire a otro tema. El reporte que él traía ya estaba en todos los portales, por lo que había que darle lugar. Y, con ello, el mío quedó pendiente. Mi sonrisa de oreja a oreja tímidamente pasó a ocupar el espacio entre ceja y ceja.
Ese día muchas cosas aprendí. Por primera vez me soltaron y pude hacer mi labor sin que nadie me observara o me indicara qué tenía que escribir o hacer. Muchos sentimientos experimenté a la vez: temor, felicidad, nerviosismo, ansiedad. Pero ya estaba lista para el día siguiente. Seguramente algo bueno estaba por venir.