Hay quien dice que las casualidades no existen, que son bombas de humo para esconder actitudes holgazanas que buscan justificarse.
No puedo estar de acuerdo. ¿Por qué? Déjame que te cuente la cadena de casualidades que me llevó a salvar el semestre último de mi segundo año en la universidad, un semestre que daba por perdido, solo un milagro podría salvarme.
La buena cuestión es que tenía que pasar hasta 5 exámenes distintos, y cuando quedaba solo un mes aún no había ni siquiera empezado. Tampoco había frecuentado mucho las clases, la cafetería tiene vida propia ¿A quién no le ha sucedido nunca?
La buena cuestión es que quería salvar el semestre pero el tiempo para hacerlo de manera “segura” se había agotado ya, necesitaba arriesgarme, asegurar un par de asignaturas fáciles y jugármela estudiando solo parcialmente las otras tres, parece imposible ¿Verdad?
Los dos primeros exámenes los pase sin problemas, eran las típicas optativas facilonas que coges para no complicarte la vida. Pero quedaba lo más difícil, el próximo examen era en solo 6 días, 37 temas de historia medieval infumables, decidí acudir con solo 9 temas estudiados.
Llegué a la facultad temprano con mucho sueño encima, me senté en mi pupitre dispuesto a probar suerte, pero mientras venía el profesor decidí echar una cabezadita, medio dormido escuche como dos compañeros comentaban el tema del "feudalismo rural".
Cuando el profesor repartió el examen, ¡SORPRESA! De los 3 temas a elegir uno lo había estudiado y el otro era el feudalismo rural, contra todo pronóstico y habiendo arriesgando mucho conseguí aprobar una tercera materia. ¿Se puede tener más suerte?
Pero esto no había hecho nada más que comenzar, me quedaban 5 días para el siguiente examen de una materia anual que consta de 50 temas entretenidos pero largos, solo me dio tiempo a preparar 6, ¿Qué probabilidades tenía de aprobar? ¿Merecía la pena siquiera intentarlo?
Llegó el día del juicio final, recuerdo como se me comían los nervios sentado en aquel pupitre esperando a un profesor que no llegaba; 10 minutos de retraso, 15 minutos, ¡25 minutos! La tensión en el aula era irrespirable, la gente estaba al borde de la histeria…
Pasada media hora entró un viejo profesor al que no había visto nunca y nos dijo que el nuestro no vendría, que acababa de ser padre, y que para celebrarlo el examen consistiría en escoger 4 temas de nuestra elección y resumirlos. ¡¡IN-CRE-I-BLE!!. ¿Crees que no se puede ser más afortunado? Espera un momento, todavía no he acabado.
Último examen, solo 2 días para estudiar unos 25 temas, estadísticamente es casi imposible de aprobar, dudo si presentarme, pero ¿Por qué no? ¿Cuántas veces te has acabado arrepentido de no haber ido a un examen? Había tenido mucha suerte en los anteriores y no esperaba tener más, pero uno nunca sabe que le reserva la vida.
Nueve de la mañana del día de autos, la profesora se dispone a repartir los exámenes pero justo un momento antes suena la alarma de incendios, y nos insta a salir calmadamente del aula y bajar por las escaleras de emergencia.
Aprovechando el caos consigo fotografiar el examen antes de salir pitando de facultad. Nunca hubo ningún incendio, era solo un simulacro. Pero nos dio media hora de tiempo para comentar el examen entre unos pocos colegas. Acabe aprobando por los pelos, pero conseguí salvar el semestre contra todo pronóstico.
¿Quién decía que las casualidades no existen?
¿Alguna vez has salvado algún examen por un cúmulo de casualidades? ¡Cuéntanoslo en los comentarios! Tus vivencias enriquecen la comunidad.