Todo comenzó cuando me llamaron a trabajar como promotora de una marca de útiles escolares en una tienda del retail. Yo estaba feliz, ya que necesitaba trabajo con urgencia, entre los materiales que me pedían en la universidad y las juntas que siempre son parte de la rutina universitaria, necesitaba una ayuda. Me integré en enero y grata fue mi sorpresa cuando conocí a todos los compañeros que habían ingresado en mí misma condición. Nos llevamos excelente, pero conmigo congenió especialmente un estudiante de sociología. Yo estudiante de diseño me divertía con sus bromas e historias, además de sus piropos, aunque todo empezó de a poco.
Al presentarnos en el primer día de trabajo, me llamaron la atención sus ojos verdes y su pelo desordenado, se llamaba Esteban. Yo siempre he sido de las que no piensa que alguien se va a fijar en mí, no porque me consideré poca cosa, sino porque me gusta mi espacio personal y no llamar tanto la atención, por eso no me alcancé a percatar de su interés. Armamos un grupo y salíamos a almorzar juntos prácticamente todos los días a una plaza cercana. En las horas de trabajo él siempre se interesaba por cualquier cosa que yo hiciera, si me hacia un peinado diferente, si me quedaba bien el uniforme, etc. Daba luces obvias de que se fijaba en mí, aunque en un principio de manera superficial. Aprovechábamos los tiempos muertos para conocernos más y la verdad es que teníamos hartas cosas en común. Él había terminado hace un par de meses una relación igual que yo y no queríamos saber nada más de aquellos individuos. Teníamos el mismo humor y nos reíamos mucho, poco a poco ir a trabajar se hacía cada vez más divertido y motivante.
Aprovechábamos cada ida a la bodega a "buscar mercadería" para poder estar solos, así de a poco nos fuimos acercando, ya de manera evidente. Nuestros compañeros en la hora de almuerzo nos preguntaban todos los días cuándo íbamos a dar el primer paso, pero nos hacíamos los locos, ya las indirectas eran obvias y se notaba de lejos que ambos teníamos interés. Un día en una de esas idas a la bodega, se me acerca en el ascensor (estábamos solos) y sin dar aviso me robó un beso. Lo pensé un segundo, pero permití que siguiera, ya que no tenia donde escapar, él me gustaba y mucho. Al volver al piso donde trabajábamos no quisimos comentar el hecho, ya que la reacción efusiva de nuestros compañeros iba a ser bastante llamativa y molesta. Esto ocurrió casi terminado el primer mes, dando paso a un romance algo oculto en el mes de febrero, ya que si estas trabajando se ve mal andar de "enamorados", aunque se había corrido la voz y todos se habían enterado.
Llegando marzo y a un día de terminar la temporada de trabajo, aparece una niña buscando a Esteban. Se fueron a un costado más privado para conversar, yo obviamente hice como si nada pasara, aunque me carcomía la curiosidad de saber quién era y por qué yo no tenía idea de su existencia. La niña se fue mirándome fijo, rápidamente saque una conclusión obvia, era su ex, aquella que él me comentó al conocernos y que supuestamente había dejado en el pasado. Ese día él me explica que ella, luego del término de la relación quedó mal y él no quizo dejarla sola, aunque ya no existía relación alguna. En ese minuto entendí todo, nunca dejó de contactarse con ella y yo probablemente iba a quedar en el pasado luego del carrete de despedida que teníamos al día siguiente. Lo asumí como un amor fugaz y disfruté de la despedida como nunca antes en un trabajo. Lo pasé bien, aproveché nuestro último día juntos. Último día, ya que jamás estaría con alguien que aún no deja atrás a su ex, por ello di vuelta la página a este romance de verano y comencé las clases con una interesante historia para contar.