El Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica es uno de los cinco que cuenta dicha casa de estudios a lo largo del país. Es un campo universitario de más de 500.000 metros cuadrados y que cuenta con 71 edificios. Partió en la década de los años 60, y a partir de ahí se ha configurado como un centro de innovación, de la investigación y del conocimiento a través de sus alumnos y docentes. Pero estudiar en este campus - que da nombre a la estación de metro - es mucho más que ir a estudiar, sino que está construido para disfrutar de las áreas verdes, la comunidad y la experiencia de compartir con miles de estudiantes, funcionarios y docentes. Pero como todo campus, su inmensidad también tiene contras, y a continuación revisaremos lo mejor y peor del Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
De lo mejor:
- El paisaje
Ir caminando por el campus en pleno otoño y ver las calles de color amarillo rojizo por la caída de hojas de los árboles es, sin duda, uno de aquellos paisajes que nos encandilan del campus, y que nos invita a estar más afuera de las salas que dentro. Por otro lado, la inmensidad de la cordillera en días despejados cuando uno se baja del metro hasta llegar a la biblioteca es sin duda una fotografía espectacular.
- La variedad de arquitecturas distintas
En uno de los diferentes cursos que se pueden tomar a través de módulos generales, te enseñan que cada edificio del campus tiene una arquitectura diferente debido a su significado y la época en la que fue construido. Es así como Comercial parece un centro comercial - valga la redundancia -, el edificio de tecnología (o las Jotas, la Y, la torre de Mordor) es una volada que nunca nadie entendió. Humanidades representa a una especie de plaza - ágora en su centro, el edificio de psicología MIDE UC es un edificio más corporativo, y la gran joya del último tiempo, el edificio de Innovación que por dentro es una maravilla creativa que parece sacado de la película Blade Runner. Sin duda, algunos dirán que es horrible la variedad de estilos y discontinuidad armónica de arquitecturas, pero esa también es la idea del campus, darle rienda suelta a la imaginación y el saber.
- Los campos de deporte
Uno de los lugares del Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica más utilizados y agradecidos es el tremendo campo de deporte que tiene, que permite actividades como el fútbol, rugby, atletismo, gimnasios y piscinas techadas, artes marciales, tenis, y tantos otros. Es tanta la gente que toma deportivos que bien podría tratarse de un obligatorio. Claro que para alumnos que solo vienen a estudiar e inmiscuirse en la gigantesca biblioteca, tendrán que recorrer sus buenos metros para poder acercarse a la zona deportiva. Además de ser un lugar de deporte, es de relajo, tranquilidad, ajeno a los estudios, bien para sentarse a tomar algo con amigos como compartir asados y fiestas.
- La oferta culinaria
San Joaquín se ha transformado en una importante fuente de variedades gastronómicas. Ya no solo se encuentran los restaurantes o centros de comida como el Food Garden, la Casita, Punto Break, el famoso Starbucks, o los carritos de Quick Dely, sino que ahora dentro del campus hay sushi, comida china, vegana, menú ejecutivo y otros no tanto; y además, tenemos a todos los vendedores ambulantes dentro del campus, que venden desde tacos hasta hamburguesas de soya, queques, empanadas y pizzas o ensaladas. Y, por si fuera poco, desde el paseo peatonal que va desde el metro al ingreso del campus, se ha puesto una feria nacida por generación espontánea que vende desde frutas y verduras hasta comida vegana muy elaborada.
De lo peor:
- Las distancias
Sin lugar a dudas, las distancias son un tema importante, que si a usted no le gusta caminar, entonces se verá en un problema. Primero, son pocas las facultades que tienen todas sus clases dentro de su edificio, por tanto es común ver a psicólogos en ingeniería y estudiantes de letras en agronomía; y créanme que las distancias son grandes. Sólo desde el metro hasta el corazón del campus, que es la Iglesia, tenemos cerca de diez minutos en línea recta. ¡Y en breaks de 10 minutos no se puede llegar a tiempo! Menos en horarios de almuerzo donde en una hora para llegar a un lugar ya es demasiado poco. ¿Es que a nadie se le ha ocurrido arrendar por hora los carritos de golf con los que se mueven los auxiliares del campus? Lo que se sube comiendo, se baja caminando.
- El patio de comidas
Si bien, decíamos que en el Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica existe una cantidad inconmensurable de restaurantes, menús, kioskos y centros de comida, el Food Garden ubicado cerca de ingeniería es el único patio de comidas como tal y está abarrotado de principio a fin. Si bien, su cantidad de mesas es considerable, y su oferta radica en 5 o 6 puestos de comida, poder almorzar entre las 12:30 y las 15:00 es más difícil que aprobar todos los cursos de la universidad. El olor a comida ya da un hambre tremendo a pesar de las dudas higiénicas que pudiesen existir (Piccola Italia probablemente haya sido la organización más limpia y salubre si estuviese ahí), pero bueno, es lo que hace rico también la comida.
- El cobro y disponibilidad de estacionamientos
Una frecuencia en San Joaquín es la disminución constante y sostenida de estacionamientos en el campus, privilegiando el uso de bicicletas y peatones en vez de la movilización en auto. Cada semestre, los estudiantes salen de vacaciones y se encuentran con la sorpresa que los estacionamientos, primero, cobran y luego semestre a semestre se encarecen notoriamente sin encontrar ninguna mejora más que ver cómo los pastos pasan a transformarse en cemento. Sin lugar a dudas, salvo que construyan estacionamientos subterráneos (proyecto más discurrido que estadio de la U), se avizora un problema dantesco.
San Joaquín o el estudiar en cualquier universidad, es sin duda mucho más que centrarse en pasar los ramos. Los tiempos libres, las famosas ventanas y todo lo que dispone el campus para uno permite vivir tranquilo mientras dura la carrera: desde ver películas o jugar Play hasta pasar por desconocidos rincones que claramente nunca sobrarán. Si tienen la oportunidad de estar en el campus, van a saber que todo esto es solo una parte de la flora y fauna de esta ciudad universitaria.