Se acabó el semestre y no lograste salvar ese ramo (casi imposible) que te tenía complicado. Te la jugaste el todo por el todo en el examen final, pero no hubo caso: ya tienes tu "vale otro" listo. Pero , decides olvidarlo, disfrutar las vacaciones, carretear tus penas y frustraciones y después lidiar con el tema. Total, tienes al menos un par de semanas (o meses, quizás), para realmente enfrentarlo.
Y cuando sale al lista de ramos, ya sabes que estás obligado a cursarlo de nuevo. Recuerdas todas esas clases, muchas a las cuales no fuiste. Todos esos apuntes que fotocopiaste y nunca leíste, todos esos días en que preferiste dormir o jugar Candy Crush en vez de estudiar.
Todos esos pensamientos que tenías antes de ver el rojo final, vuelven a ti y quizás te pones un poco nervioso.
Pero esta vez ¡todo será diferente!
1. Tomas el ramo con el mismo profe que te rajó.
¿Para qué arriesgarse con alguien que uno no conoce? Ya sabes el estilo, ya sabes cómo enseña y arriesgarse con alguien que conoces puede ser contraproducente.
Mejor quedarse con lo que se conoce, aun si corre el rumor de que otro profe es un poco más fácil.
2. En parte porque ya sabes como piensa.
Y vas a poder adelantarte incluso a sus chistes o hasta advertirle a tus compañeros lo que realmente significa lo que el profesor dice.
3. Y en (GRAN) parte, por revancha.
No te quieres perder su cara cuando no sólo apruebes, si no que además te eximas. Vas a caminar hasta su escritorio y mirar con cara de winner total.
4. Vas a ahorrarte una cantidad sustancial en fotocopias.
Obvio, ¡ya tienes todo listo! Quizás hasta resumido, destacado, ordenado y listo sólo para poder repasar.
5. Y libros.
De nuevo: ya los tienes todos; y si no, ya sabes cuáles son y serás el primero en sacarlos de la biblioteca.
6. Y en horas de estudio.
Tu tiempo en esta clase, podrá ser usado en parte para otras cosas. Total, ya lo hiciste una vez (salvo que hayas reprobado por inasistencia), y tienes bastante claro lo que va a pasar.
7. Tienes tus antiguas pruebas y las de tus amigos.
Una gran ventaja y arma no tan secreta, ya que muchos profesores no son tan originales como para cambiar las pruebas semestre a semestre.
8. Te puedes hasta dar el lujo de faltar un poco.
Lo justo y necesario, sólo si vas a aprovechar mejor el tiempo (aun si eso significa dormir)
9. Puedes anticipar algunas cosas.
O tal vez todo lo que vas a ver en el semestre; probablemente el programa del curso seguirá siendo el mismo.
10. Vas a dudar de tus respuestas en las pruebas.
Porque obvio: sensación máxima de déjà-vu, y aunque sabes que lo que respondes está bien, tiendes a dudarlo cuando se te hace demasiado evidente.
11. Verás a tus compañeros como pequeños saltamontes.
Les puedes enseñar muchas cosas y guiarlos en el tortuoso camino de ese ramo, darles tips, decirles que no se preocupen y compartir tu sabiduría con ellos.
Serás básicamente un sensei.
12. Estarás MUCHO más preparado.
Nada podrá evitar que pases esta vez: tienes los apuntes, tienes la materia, tienes el programa, tienes la experiencia y tienes las ganas de revancha.
¡Vamos por esa segunda vuelta! ¡Ahora sí que sí!