Muchos creemos ser aptos para la vida en solitario al entrar a la universidad, mas este estilo resulta ser apropiado para quienes tienen el cuero curtido y las billeteras de acero. El resto de los mortales usualmente compartimos o hemos compartido en más de ocasión una casa, departamento o pieza, incluso con más de algún compañero. De esta manera no solo abaratamos costos, sino que también contamos con compañía para los momentos en los que se necesite un apoyo moral superior al del eco de una habitación vacía.
En particular, vivir con un tío es una experiencia interesante, pues se tiene lo mejor de vivir con un familiar adulto sin esa cercanía tirana que muchas veces se establece con los padres. Por ello, vayan aquí catorce reflexiones sobre este tipo de convivencia:
1. Un adulto que no te castiga
Vivir con los tíos implica -en teoría- que no te pueden castigar. No obstante, muchos de ellos sienten una responsabilidad con sus sobrinos que los obliga a fijarse en cosas como tu alimentación o el estado de tu habitación. Ojo, "fijarse" no es lo mismo que hacerse cargo, mal que mal, no son tus padres.
2. Mi roomate sabe de fiestas...
Los adultos tienen acceso a aspectos de la "buena vida" que un universitario con poco presupuesto desconoce. Así, al vivir con los tíos descubrimos no solo otras comidas además de fideos y enlatados, sino también de vinos, licores y ambientes que transforman los fines de semana en pequeñas dolce vitas.
3. ¡Bienvenido al reino de "cada uno"!
Es probable que no tengas que hacerte cargo de todos los quehaceres de la casa, sino que más bien cada uno de los habitantes vele por su propio espacio. Es decir, te tocará escuchar numerosas veces frases como "cada uno hace su cama", "cada uno limpia su baño" y "cada uno se prepara el almuerzo, porque no se qué te gusta". En otras palabras, es vivir de a dos pero pensar para uno.
4. Abierto las 24 horas
Una ventaja suprema es contar con tu propio juego de llaves, ojalá acompañado de un par de silenciosos pies, puesto que cuando se entra a las 4 de la mañana conviene no despertar a los propietarios de la vivienda. Pero hey, si lo comparamos con quienes aún duermen en la puerta de las pensiones universitarias, sigue siendo un lujo.
5. Brújula moral
Como alguien que probablemente te conoce desde que usas pañales, tu tío/a es una mejor brújula moral en lo que a asuntos personales se refiere. Por eso, podrás ir creando poco a poco una relación de confianza basada no solo en vínculos sanguíneos sino reforzada también por este nuevo formato establecido. ¡Hay que aprovecharlo!
6. Vivir con un profesional
¿Alguna vez te has despertado sumergido en agua de la bañera porque a tu roomate se le quedó abierta? ¿O has descubierto que no queda en la despensa más que una lata de atún? Pues bien, esto pasa cuando se convive con gente de tu misma edad que, al igual que tú, es un tanto irresponsable e inmaduro. Las ventajas de vivir con un adulto es que ellos ya pasaron por el martirio y están ahí para brindarte una manito.
7. A veces, no hay escape de la vergüenza
Ser familiar es una gran responsabilidad. Se comparten momentos de dulce y agraz, pero sobre todo, álbumes fotográficos, muchos de los cuales están en posesión de tu nuevo amigo/a y que bien pueden ser desplegados durante el break de una reunión de estudio organizada en tu living. Respira hondo, recuerda que lo hacen todo con cariño.
8. Adiós, reino de la pizza
Si bien el paladar se abre a nuevos bocados, también se apega a los más saludables. Por lo tanto, la posibilidad de encerrarse todo un fin de semana en cama junto a unas cajas de pizza no pasarán desapercibidas ante los ojos juzgadores de el pseudo control parental con el que habitas.
9. L'amour
Las parejas serán otro tema. Tanto si ambos compañeros están soltero/as o no, conviene preparar un código de antemano para las situaciones en las que haya que reservar el espacio para el romance o, de lo contrario, todos se verán ante inminente riesgo de papelón y posterior psicoterapia para borrar imágenes de la retina.
10. Despertar con el ruiseñor
Insistimos en la diferencia de edad. Invertir en un par de buenos audífonos o tapones para los oídos es cosa recomendable, ya que el sector adulto-joven tiene rituales extraños para el sector postadolescente, como ver misa los domingos a las 8 o comenzar a pasar la aspiradora un sábado a las 10 ante meridiem.
11. La montaña va a Mahoma
La gracia de ser al menos dos familiares en línea directa que conviven, es que su casa se convierte en foco de nuevos aquelarres. Así que ahora son los otros tíos, primos, abuelas y nietos en variados grados los que llegarán a ti y tú relajado/a, sin mover un dedo.
12. Mimos con sabor "hecho en casa"
Cuando la moral está baja, los exámenes apremian y todo parece derrumbarse, un verdadero familiar está ahí y conoce tus gustos. Ya sea algo como un simple sándwich con ingredientes favoritos o algo más elaborado como sacar conejos de un sombrero, la nostalgia del hogar se dilata un poco cuando alguien tiene algo "casero" esperándote.