Al igual que la vida de un superhéroe, la de un estudiante se divide entre el lado diurno y el nocturno. En el diurno somos seres ávidos de conocimiento que charlan tranquilos a lo largo de los pasillos de la facultad, mientras que en la noche nos transformamos en valientes defensores contra el crimen número uno de la vida: el aburrimiento.
Así, nos dedicamos a compartir en comunidad en lugares de emblemáticos nombres como "los pastos", "el bosque", "el hoyo" e incluso "el cenicero", rodeados por una que otra guitarra o celular solidario. Allí los vínculos se solidifican, especialmente cuando hay que hacer el consabido viaje para ir al baño, resultando en total en una de estas 11 experiencias que de seguro te harán sonar una campanilla de reconocimiento:
1. El carrete piola
Esta fiesta empezó como una reunión íntima de conocidos para terminar en una explosión sin comienzo ni final. Si lo que te habían prometido eran unos tragos amigables y acostarse temprano, ya puedes ir cancelando los planes de la mañana siguiente.
2. El carrete VV, a.k.a carrete con Vaca y Vuelto
Pocos bolsillos son tan flexibles y versátiles como los de un universitario. Prueba de ello fue un histórico momento en el que contribuí a la recolección de dinero con $350 y, para mi sorpresa, recibí $100 de vuelto. Ideal para el bajón de sopaipillas.
3. El carrete docto
Estamos siempre rodeados de un aura intelectual en estos espacios, así que es normal si la charla tiende a girar en torno a ese texto de ese autor que vieron en clases. Lo bueno es saber también cuándo parar, porque ¿en serio? ¿citando a Nietzsche a las tres de la mañana?
4. El carrete filosóficamente profundo
Si lo que buscas es una noche de diversión trivial este es otro festejo que conviene evitar, ya que de aquí saldrán sólo preguntas, jamás respuestas. Y preguntas raras, del tipo "¿hacia dónde vamos cuando creemos que vamos a alguna parte?"
5. La frágil tocata en terreno
El emprendedor musical de tu carrera (siempre hay uno) se consiguió parlantes y ofreció su computador como voluntario para el sacrificio (sabemos que le caerá cerveza encima y será su fin). Alguien llevó más cables, guitarras y etcéteras y creó un frágil ecosistema que sabemos alguien arruinará cuando se tropiece y toda la diversión se acabe. Fue lindo mientras duró.
6. El carrete Cenicienta
Lo mismo que la premisa de la película solo que, en vez de doce campanadas en el gran reloj, llega el guardia de seguridad del campus a echarte con cara de pocos amigos.
7. La expedición al Ártico
Si bien no es un carrete en sí mismo, es tan clásico que se merece su puesto. Tú estabas tranquilo disfrutando y de pronto notas que formas parte de una comitiva seleccionada para ir en pos de un elemento esencial: hielo y más licor. Mucha buena suerte y ni se te ocurra volver con las manos vacías.
8. El carrete aventura
Como en un mapa del tesoro, esta celebración te lleva por distintos lugares a lo largo de la noche: comienzas en la facultad, avanzas 100 metros hacia el oeste y descubres un nuevo bar, para luego moverte en latitud sur hacia esa discoteca y después a un after en el techo del edificio de un desconocido. Las ventajas de dejarse llevar.
9. La fiesta sobre ruedas
A veces es literal. Ya sea en el modo de pre-calentamiento junto a la radio del auto o bien que se cuenta con un buen conductor designado, un vehículo puede ser un gran lugar para dejar salir el espíritu de juerga. Y si lo pensamos, hay modelos con posavasos, sonido estéreo y asientos de cuero por una razón.
10. Carrete creativo
Nunca sabremos si es porque tenemos mucho acceso a los lápices o si es un tema de querer dejar una huella por donde se pasa, pero pareciera que un carrete no es tal hasta que alguien se duerme y le garabateamos la cara. Un clásico.
11. El carrete Inception
Llegamos a tal grado de destrucción que hemos dado la vuelta completa en 360º. No sabemos si efectivamente salimos esa noche o no y tampoco nos sirve mucho el registro fotográfico (todavía nadie sube fotos a Facebook). No tenemos marcas visibles, cero resaca y amanecimos en nuestra cama sin mayores evidencias. ¿Lo habremos soñado todo? ¿Alguien habrá implantado la idea en nuestras cabezas? Tal vez jamás lo sabremos.