Estamos claros que fumar hace mal para nuestra salud, lo dicen en todos lados y sobre todo en las cajetillas con esas imágenes horribles, pero que a nosotros, los the real fumadores, nos importa un pepino poco. ¿Por qué se fuma tanto en la U? hay un montón de razones, entre ellas los nervios por alguna solemne, porque es entretenido compartir con los amigos un "pucho" o simplemente porque nos gusta y ya. Recuerdo cuando salió el polémico proyecto de ley que quería prohibir fumar en la universidad y con mis compañeros fumadores quedamos con tragedia, mientras los no fumadores celebraban. Así que aquí les traigo 15 cosas que sólo nosotros, los universitarios que fuman, entienden.
1. Fumar sí o sí antes de clases: no importa que tu primera clase empiece a las 8 de la mañana, ni que aún no hayas tomado desayuno, ya que el sólo pensar en estar mínimo una hora en clases estresa. ¿Y cual es la mejor manera de relajarse? Fumar (según nosotros).
2. Estar desesperados en clases por salir a fumar: ¿es para tanto? sí, sobre todo si estás en una de esas clases horribles donde lo único que quieres es matarte dormir. Y para alguien que está acostumbrado a fumar a cada rato, la espera se convierte en desesperación.
3. Salir 5 minutos de la clase para fumar: profe voy al baño (sí, en la universidad también tienes que avisar), pero pasa que nunca fue el querer ir al baño. Aquí la desesperación nos ganó a tal punto de que tuvimos que salir, claro que escondiendo bien el pucho para que no te pille el profe y le de color se enoje.
4. Correr al patio para alcanzar a fumar en los breaks: en la u a la que voy los breaks duran tan sólo 10 minutos, y para mi mala suerte (y las de mis compañeros) siempre tenemos clases en el sexto piso, por lo que minutos antes de salir de la sala ya estamos guardando todo y prácticamente correr derechito al patio, no sin antes colarnos para tomar el ascensor (sí, cero estado físico).
5. Llegar atrasado a clases por terminarte el cigarro: ya que no todas las veces los profes respetan el horario de salida, muchas veces sólo quedan 5 minutos antes de entrar a la siguiente clase y justo del profe más pesado, pero ya no importa nada con tal de terminar el cigarro. Oye, es que no los regalan y bien caros que son como para botarlos a la mitad. ¡Sorry profe!
6. Fumar con un profe: al principio es raro, ya que son una figura de autoridad y estamos acostumbrados desde el colegio a mantener la distancia. Sin embargo, en la universidad es distinto, puesto a que a la mayoría no le importa e incluso hay algunos que hasta salen a tomarse una chela contigo (y los compañeros, obvio). Así que relax y fuma tranquilo, aquí el profe no te dará una anotación negativa en el libro (de partida porque no hay).
7. "Pechar" un cigarro a tus compañeros: lo típico, ya que al ser universitario casi nunca andamos con plata así que no nos queda otra que poner nuestra mejor cara de gatito de Shrek y pedir amablemente un pucho, y doblar los esfuerzos cuando es a alguien que no te agrada mucho.
8. Juntar hasta las monedas de $10 para comprar un cigarro suelto: la expresión máxima de pobreza, porque en este punto, en que ni tu némesis tiene un cigarro, vamos sacando todas las monedas que se pueden hacer. Si tenemos suerte, alcanzaría para comprar uno y compartir... entre cuatro personas.
9. Pedirle un cigarro al profe: esto es colmo de la patudez pero ya que ni pecharle a tus compañeros ni juntar monedas sirvió, hay que sacar toda la perso para poder pedirle un cigarrito al más buena onda de los profesores. Para ellos, todo el love ♥
10. Pedir fuego a media universidad: al fin se logró la meta y conseguimos un pucho, pero ahora viene otro problema... ¿quién tiene encendedor? ¡Y de tu grupo nadie tiene! Así que comienza la misión de buscar a algún amigo de otra carrera o derechamente a alguien que esté fumando, total, ya le pedimos un cigarro al profe, de vergüenza ya no queda nada.
11. Estudiar en patio: no importa si no nos concentramos con toda la bulla que están metiendo los pseudo futbolistas o los jugadorazos del ping-pong/taca-taca, lo que importa es de vez en cuando prender el puchito. Y fumarlo, obvio.
12. Antes/después de las solemnes: antes de entrar a la prueba, fumamos por los nervios, para relajarnos. Y después de la prueba, fumamos relajados hasta que cachamos que nuestras respuestas no eran igual que las de los demás... y ahí empiezan los nervios otra vez.
13. Dejar la sala hedionda: sobre todo en los días de invierno donde el calor humano en la sala aumenta y se expele más fuerte el olor al cigarro. A veces es tanto que hasta a nosotros nos molesta, pero no es una razón suficiente para dejar de fumar.
14. Pelear con los no-fumadores: una completa lata, ellos creen tener la razón y nosotros también. Que el olor, que la libertad, que la salud y bla bla bla. Mi consejo es que se fumen un puchito para relajarse ;)
15. Esconder los cigarros: esta sin duda es una situación super penca, porque sabes que tal persona tiene y no quiere dar, así de mala onda. Pero cuando es al revés te justificas diciendo que no puedes darle a todos porque no tienes más plata para comprar, lo cual es cierto, pero no quita que moleste. Más solidaridad compañeritos, hoy por ti, mañana por mi (o algo así, soy mala para los dichos).