Por algún motivo desconocido, manda a algún santo o resolución de Año Nuevo te encuentras en el maravilloso mundo del aprendizaje de un nuevo idioma. Bienvenido. Al igual que tú, muchos hemos recorrido este sendero con más temor que otra cosa.
Actualmente me encuentro sumergida en la adquisición de una de las lenguas menos populares gracias a las películas norteamericanas sobre la Segunda Guerra Mundial: el alemán. Previo a esto también batallé con el inglés del colegio, el cual terminé conquistando a nivel nativo tras unos 10 años de práctica. Igualmente conozco un poco de francés, aunque principalmente palabrotas y conceptos relacionados a comida (sorprendería saber lo lejos que te pueden llevar vocablos como sacrebleu! u omelette du fromage).
Durante este tiempo he descubierto que hay ciertos elementos “universales” a la hora de transformar esta experiencia atemorizante en una libre de estrés. Por ello, comparto mi sabiduría con este listado de 10 consejos:
1. La aplicación “zapatilla de cristal”: si estás recién sumergiéndote en las aguas de un lenguaje extranjero y no te sientes con ganas de invertir en un curso presencial, lo mejor es probar con distintas apps como Duolingo, Mondly y Babbel (yo pasé por estas tres) hasta dar con la perfecta para tus necesidades.
2. Shopping motivacional: como una fanática de los artículos de oficina, yo partí directo a la librería más cercana a comprarme un flamante cuaderno, diccionario y un juego de destacadores para ir anotando los nuevos sustantivos, verbos y demases. Un mínimo de consumismo no le hace mal a nadie.
3. Acostumbra el oído: Spotify, Deezer, YouTube y básicamente todo internet está lleno de artistas que cantan en el idioma de tu elección. Encuentra el estilo musical de tu preferencia y descarga un par de canciones para ir acostumbrando la oreja; esto hará maravillas en tu pronunciación y adquisición de vocabulario.
4. Saca las palomitas: al igual que con la música, el mundo del cine y la televisión es un buen lugar para comenzar a familiarizarse. Sobra decir que está prohibido el doblaje, ya que la gracia está en ir acompañándose de subtítulos. Para esto mi página favorita es Ororo.tv, donde transmiten shows como Grey’s Anatomy con subtítulos simultáneos en inglés, ruso, español, italiano, portugués, francés y turco.
5. Visita la biblioteca infantil: la experiencia también puede mejorar si buscas libros infantiles o tiras cómicas para traducir. La ventaja es que siempre tienen ilustraciones que facilitan la comprensión, además de oraciones en tiempos verbales simples y con una estructura gramatical sencilla.
6. Hazlo de uso cotidiano: con cinta adhesiva puedes ir dejando rotulados los nombres en otro idioma de ciertos objetos. Si quieres ir más lejos, también puedes cambiar la configuración de elementos como tu teléfono y el setting de aplicaciones como Facebook y tu correo electrónico. De esta manera te enfrentas a diario al reto y no pierdes la costumbre.
7. Proyéctate: soñar no cuesta nada. Por eso cuando empecé a aprender alemán también googleé imágenes de ciudades en el país, acción que solo me motivó más para iniciar un pequeño ahorro y así, tras tres meses de planificación, visitar ciudades mágicas como Colonia y Bonn e incluso países vecinos como Holanda.
8. ¿Por qué tan serio? ¡Haz una fiesta!: muchos bares (como el Black Rock en Santiago) tienen tardes de languaje exchange para sus parroquianos. Lo mismo con algunos cafés, embajadas o simplemente grupos en internet de gente que busca aprender en conjunto con nativos y, por qué no, con una bebida que bien puede contener cierto grado etílico.
9. Baja la barra de exigencia: se trata de ser realista. Si un bebé o un niño se tarda meses y años en dominar por completo una lengua, lo más probable es que a ti te cueste un poco más. Vas a cometer errores y no hay nada de malo en ello, además, casi todos comenzamos con un nivel Tarzán. Relájate.
10. Unos dirán "mentira", otros “creatividad”: ya estás en el meollo del asunto, es tu primera conversación y de la nada tu cerebro se va a blanco. ¿Olvidaste la palabra? ¿Todos te quedan mirando con ojos de huevo frito? Pues nada, respira hondo e inventa. Nuestro cerebro trabaja en formas misteriosas, así que probablemente vas balbucear algo cercano (como la gente que agrega “eichon” al final para que suene similar al inglés). En el peor de los casos, tu interlocutor te corregirá y ya está, asunto superado y anécdota sumada a la colección.
Voilá, ¡a seguir aprendiendo!