Renunciar a una carrera no es una decisión fácil, ya que involucra un largo proceso en que debes decidir por ti mismo (quizás por primera vez) que es lo que realmente quieres hacer con tu vida. Si has vivido este proceso, estas son 16 cosas que probablemente solo tú entiendes:
1. Cuando te das cuenta de que no te gusta lo que estás estudiando se te viene el mundo encima. Caes en estado de pánico inmediatamente.
2. Luego respiras y lo piensas bien: Es mejor salirse ahora… antes de que sea demasiado tarde.
3. Cuando llega el momento de ir a la U a hacer todo el papeleo legal, debes prepararte para la larga lista de preguntas que te harán los administrativos. No sabes responder ni la mitad.
4. Mientras por otro lado, tus padres te dicen “te apoyamos hijo”, pero en realidad no sabes si están siendo sinceros o en realidad quieren golpearte.
5. Algunas universidades ponen problemas con las mensualidades que no pagarás, otras no. Ruegas con toda tu alma que “te liberen de tus compromisos financieros”.
6. Una vez que sales y te despides de todos, aunque sientes un poco de culpa y pena, te sientes libre. Hasta te dan ganas de cantar “libre, como el sol cuando amanece yo soy libre”.
7. Durante una o dos semanas, tienes completo libre albedrio: no hay que estudiar, no hay que hacer lecturas, no hay que hacer informes. Básicamente, lo único que tienes que hacer es dormir, ver Netflix, jugar LOL y no pensar (definitivamente no pensar en el futuro).
8. Hasta que nuevamente caes a la realidad y te das cuenta de que en efecto, tienes que pensar en que harás ahora.
9. Por momentos, se te ocurren las ideas más locas e imposibles sobre qué hacer en lugar de estudiar: ¿Me voy a España? ¿Me recluyo de la sociedad? ¿Compro un carro de churros y salgo a vender?
10. Pero finalmente te das cuenta de que no vale la pena apresurarse. Entonces continúas viendo Netflix por unas dos semanas más.
11. Aunque si abandonaste por falta de dinero para pagar el arancel, la realidad es muy diferente.
12. Tus amigos te envidian porque dejaste de estudiar, aunque claro, eso porque no saben el conflicto que tienes detrás.
13. Durante cenas familiares, asados, juntas con los amigos, etc., debes responder una y otra vez la pregunta “¿Y por qué te saliste?. Esto seguido del típico comentario malintencionado de tu tío o abuela “¡Entraste a puro perder tiempo!”
14. Hay momentos oscuros en los que incluso, aunque no quieras admitirlo… extrañas estudiar.
15. Pero también hay otros momentos en que recuerdas como era estudiar algo que no te gustaba, y saber que la frustración que sentías ya no está te hace sentir mejor.
16. A final de año, cuando tus papás te preguntan casi con miedo: “¿Y decidiste que vas a hacer el próximo año?”, tu les respondes: “Sí, seguir mi vocación”, el mundo vuelve a alinearse otra vez y te das cuenta de que todo valió la pena.