Entrar a una carrera siendo el puntaje más bajo de la lista es un arma doble filo. Por una parte, lograste ingresar a la profesión de tus sueños, pero por otra, la preparación académica de los demás se nota sobre la tuya. Sumado a lo anterior, en ocasiones nos percatamos como tus compañeros tienen mayor facilidad para tomar apuntes, organizarse y estudiar, mientras que nosotros peleamos con el lápiz y el papel para lograr retener algo.
Son este tipo de situaciones las que de repente nos hacen pensar que no somos suficientemente inteligentes para estar en una carrera, cuestionando nuestras habilidades y talento. La intimidación que produce ver a personas que obtienen mejores calificaciones que tú u opinan más con preguntas y afirmaciones más acertadas durante la clase, nos deja algo tristes y decepcionados respecto a nuestra vocación.
Pese a lo anterior, es importante considerar que el éxito no se mide del 1 al 7, y las oportunidades muchas veces llegan a quien más se ha esforzado y puesto de su parte para mejorar. Si te sientes mal porque a los demás les va mejor, tienes que cuestionarte si realmente es esta la carrera que querías y si estás esmerándote para obtener buenos resultados, si sientes que es así, debes continuar el camino y no intimidarte por los resultados del resto.
Considera que cada quien tiene un contexto distinto y ha recibido distintas oportunidades. Por ejemplo, si egresaste de un colegio municipal y siempre estaban en paro, y tus compañeros tuvieron la oportunidad de estar en un subvencionado o particular, piensa que pese a las dificultades, lograste sentarte en la misma aula que todos ellos. Lo importante es que desde ahora seas capaz de aprender de tus errores, nivelarte, y preguntar a los demás sobre su experiencia y fórmula para rendir con buenas calificaciones. Nunca olvides que "él que quiere, puede". ¡Suerte!