No importa si es una piscola, una caipiriña o una cerveza, cuando carreteamos nunca tomamos solo un vaso, ¿cierto? Ya no tienes que culparte por eso, la culpa la tiene tu cerebro.
Según un estudio de realizado por la Universidad A&M de Texas, el alcohol altera la función de un grupo de neuronas que se encuentran en el estriado dorsomedial, un área del cerebro que maneja los sistemas de motivación y recompensa.
Los investigadores descubrieron que cuando tomas un vaso de alcohol, las neuronas se motivan (igual que tú) y te piden más alcohol, porque se estimula la secreción de dopamina y “hace sentir bien” a tus neuronas.
Así, este estudio explica que mientras más bebes, más ganas tendrás de tomarte el siguiente vaso, lo que termina transformándose en un infinito ciclo que te puede dejar con una terrible resaca al día siguiente.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Chile el consumo de alcohol alcanzó los 9,6 litros de alcohol puro per cápita al año, encabezando el listado de la región por sobre Argentina y Venezuela.
Según comentó Maristela Monteiro a BBC Mundo, asesora principal en Abuso de Sustancias y Alcohol de la OMS, esto se debe a que "el alcohol llega a todas partes, se han mejorado las cadenas de distribución, hay más establecimientos y oferta y tampoco es desdeñable la presión que la industria sabe ejercer sobre los gobiernos para que los precios del alcohol estén bajos y no haya regulaciones".