Todos los que nacimos entre comienzos de los 80’s y mediados de los 90’s pertenecemos al grupo denominado como Generación Y. Se define a sus miembros como jóvenes profesionales y un poco exitistas, acompañados de un sentimiento de protagonismo, es decir, nos sentimos personajes importantes en nuestra propia historia.
Pero la Generación Y no está siendo feliz. ¿Por qué? Básicamente, podríamos decir que a menor expectativa sobre la realidad, mayor es el nivel de felicidad que conseguimos. El punto es que los integrantes de este grupo tenemos demasiadas expectativas, lo que nos hace ser altamente exitistas y competitivos, y esto no siempre es bueno.
A diferencia de este grupo, las generaciones anteriores tenían otras preocupaciones, como sobrevivir al desfalco económico mundial del 29’, por ejemplo. Luego de eso, el mundo vivió una prosperidad económica importante, por lo que la generación siguiente, conocida como “Baby-boomer” parece haber crecido con un sentimiento de optimismo mucho mayor.
Ese mismo optimismo se transformó, más tarde, en la expectativa sin límites de la Generación Y, además de un sentimiento de “soy único” o “soy especial, puedo hacer lo que quiera”. Esto nos hace pensar que todo será mejor para nosotros que para nuestros padres, sólo por el hecho de ser nosotros.
Pero las cosas no son así de fáciles siempre, y a muchos nos toca sudar mucho más de lo que pensábamos, y eso nos hace enojar, nos frustra, porque los de la Generación Y somos, digámoslo, un poco arrogantes. Nos creemos mejor de lo que somos.
El profesor de la Universidad de New Hampshire, Paul Harvey, experto en el tema, aseguró a brightside.me que “las expectativas irreales que tienen los de la Generación Y, una fuerte resistencia a aceptar las críticas, además de una visión sobrevalorada de uno mismo, son una gran fuente de frustración”. Esto es, infelicidad.
Entonces, ya sabemos, bajemos un poco las expectativas, dejemos de ser tan arrogantes y no nos comparemos todo el tiempo con el resto. El único camino para la felicidad está en ser la mejor versión de nosotros mismos.