Estudiar una carrera, sin duda, es un gran desafío de vida. Ello porque no solamente nos dedicamos a adquirir conocimientos, sino que también aprendemos lecciones de vida. Sin embargo, tendemos a asociar el estudio técnico y universitario como el paso próximo a la salida del colegio y por tanto, erróneamente se cree que solamente los jóvenes y adolescentes son estudiantes de educación superior. Pero el atreverse a estudiar después de los 30 puede ser una buena opción, ya que "la tienes más o menos clara" respecto a tu futuro, a las cosas que te gustan y sobre todo a lo que quieres para tu vida. Si estás pensando en "volver a las canchas" e incorporarte nuevamente en el mundo del estudiante, a continuación encontrarás 10 razones para atreverse y estudiar después de los 30 años.
- Estás en una etapa mayor madurez: una de las cosas buenas que traen los años (cumplir años es más que tener arrugas), es que vamos descubriendo para donde realmente "va la micro", obviamente después de unas cuantas pérdidas de ruta en el camino. Lo anterior, se ve reflejado en lo que asegura Fabia Morales sicóloga y miembro del Centro de Investigación en Evaluación y Medida de la Conducta (Cramc) de la Universitat Rovira i Virgili (URV), que en palabras entregadas a lavanguardia.com, asegura que en los jóvenes "hasta los 27 años no se detecta un cambio de actitud importante".
- Entiendes todo aquello que implica estudiar y por ello lo tomas más en serio: a los 18 años no solamente te preocupa estudiar, sino que también vivir experiencias nuevas. Ello implica que a veces no le pongas todo el empeño que deberías a los estudios, porque la verdad el ser "el mejor" de tu generación no es algo que te quite el sueño. En cambio, cuando estás más grande, sabes que no sólo debes ir a clases a sentarse en una silla ni que tampoco es bueno perder todo el tiempo en carretear, más aún cuando hay un costo asociado de por medio. Por lo anterior, alguien por sobre 30 años comprende que es necesario aprovechar todo el tiempo al interior de las aulas.
- Tu experiencia laboral y de vida ayudan a que te tomes este desafío de manera distinta: pasa que por lo general, cuando recién entramos a la universidad, poca o nula experiencia laboral tenemos y pensar en la práctica o en algún trabajo complementario nos asusta un poco, ya que es algo en lo que no tenemos experiencia. Después de los 30 ya sabemos como se mueve el mundo del trabajo, por lo cual no estamos aterrados por lo que nos toque asumir en este ámbito, sino que más bien lo tomamos como algo positivo, como un camino para seguir avanzando.
- La educación siempre es un plus: trabajes o no en lo que estudiaste, el tener un título siempre es una ventaja competitiva a la hora de buscar oportunidades laborales. Más aún si tienes experiencia laboral pero no estudiaste una carrera, ya que una forma de validar tus capacidades, tu responsabilidad, compromiso y perseverancia, es demostrando que eres capaz de superar la etapa de la educación superior.
- Nunca es tarde para sentirte realizado: eso de que "soy muy viejo para hacer tal o cual cosa", no es más que una barrera que nos auto imponemos desde el temor que nos da aventurarnos a lo desconocido. El miedo es tu peor enemigo y si tiendes a hacerle caso, solamente limitarás tu potencial y también tus posibilidades, ya que "el que no arriesga no gana". Si 2 hermanas de 84 y 77 años pudieron dar la PSU el 2014 ¿por qué tu no puedes estudiar una carrera después de cumplir cierta edad?
- Tienes mejor tolerancia ante la frustración: cuando estamos recién partiendo en los estudios, se nos hace más complicado asumir las críticas, las malas notas y los resultados de nuestras decisiones, porque la tolerancia a la frustración no es de las mejores. Según declaraciones que la sicóloga infanto-juvenil, Daniela Castillo, dio a emol.com, los jóvenes y adolescentes "no saben postergar la gratificación finalmente, todo es como en una búsqueda del aquí y ahora", por lo cual "la necesidad de inmediatez para obtener lo que desean también pueden asociarse a este fenómeno", enfatizó la especialista quien aseguró que esto se debe a que las emociones "están a flor de piel".
- Estudiar es más que sólo adquirir conocimiento, también es un regalo para uno mismo: si optas por obtener un título después de los 30, sabes que te estás dando una oportunidad que mereces y que también te estás "haciendo un regalo" a ti mismo, ya que no todos tienen las posibilidades de hacerlo. En cambio, cuando tenemos 18, a veces pasa que sientes que optar estudiar es una obligación y te lo tomas de la misma forma que cuando te mandan a limpiar tu pieza, a sacar la basura o cualquier tarea que no tengas ganas de hacer.
- Estás más consiente de tus fortalezas y debilidades: es un hecho el que todos tengamos fortalezas y debilidades y por ello debemos aprender a sacar partido a las primeras y a trabajar en las segundas. En nuestra juventud, cuando nos topamos cara a cara con nuestras debilidades, nos sentimos inseguros y muchas veces estas influyen negativamente en nuestro desempeño estudiantil. Cuando tenemos más de 30 la reacción suele ser distinta, porque asumimos aquellas cosas positivas que forman parte de nosotros y también respetamos esas cosas que necesitan mejorar, entendiendo que no podemos ser buenos en todo.
- Tienes mayor claridad respecto a lo que quieres: a veces, cuando estamos cursando nuestra educación secundaria, tenemos un ideal sobre la carrera que queremos estudiar. Sin embargo, suele pasar que en la práctica descubres que no era lo que esperabas y que no quieres seguir ese camino, o puede que simplemente, al salir del cole, no tengas idea de lo que quieres hacer con tu vida. Cuando eres adulto te conoces mejor y las experiencias de vida te han hecho descubrir qué actividades te gustan más que otras, para qué eres mejor y qué es lo que te mueve a la hora de trabajar.
- Confías más en ti mismo y en los que te quieren: cuando se vive la transición entre la adolescencia y la juventud, por lo general se ve a los papás y familiares como enemigos. Cuando ya maduras, descubres que quienes te quieren son uno de los mejores apoyos que puedes tener, te sientes mucho más seguro de asumir desafíos y también mucho más confiado, porque sabes que tienes una "red de protección" en caso de caída. "Un adolescente con más autonomía tiende a ser más imaginativo y creativo y muestra más interés por conocer otras formas de pensar y por vivir más experiencias y un joven con una identidad consolidada tiende a mostrar una mayor estabilidad emocional y poca propensión a sentir emociones negativas como la ansiedad, la inseguridad o la tristeza", explicó la psicóloga, Fabia Morales, a lavanguardia.com.
Como reflexión final, recuerda que nunca es tarde para realizar tus sueños y construirlos para que sean una realidad. Nuestros mejores consejeros somos nosotros mismos y lo más importante es prestar atención a lo que queremos, de lo que somos capaces y de lo que estamos dispuestos a enfrentar, más allá de lo que pueda decir la gente y de los juicios sin sentido (nadie más que tú puede determinar lo que realmente es bueno para tu vida). Si quieres estudiar después de los 30 ¡atrévete y desafíate a ti mismo!
Imagen CC Ed Yourdon