Hay como trescientas canciones navideñas que dicen “please come home for Christmas” y en la última semana he escuchado –fácil– doscientas treinta y seis. Gonzalo se fue de viaje hace dos semanas por temas de pega y Maite quedó acá muy melancólica tejiendo la bufanda que no fue capaz de terminar antes de que él partiera.
Lo que pasa es que el 20 de diciembre se cumple un año desde la petición de matrimonio que le hicieron a mi amiga. Y durante todo este tiempo –permítanme decirlo–ha sido de una dulzura asquienta, pero bueno, todos pasamos por eso, supongo.
La Maite no es común dentro del grupo de mujeres que conozco. La primera vez que vio a Gonzalo me dijo “yo quiero a ese tipo”. Y como este llegó soltero el amorío fue rápido.
Es común en ella ser muy atenta, muy de regalitos, presentes, por lo que le dejaba ese tipo de cosas en su escritorio y el sonreía, se lo agradecía, coqueteaban, conversaban y entraron en tierra firme. Pero no lo suficiente.
“Este tipo no me ha pedido ni pololeo. Tres meses y ni luces”, me comentó furiosa/decepcionada mi amiga. Y por causa de su bajón andaba distanciada de Gonzalo, quien me pidió ayuda.
Le dije que formalizara el asuntito, que se avispara y que dejara de ser tan pavo. Se lo dije textual y al ver su cara de qué te hai imaginao agregué, velozmente, “ustedes hacen una linda pareja y sé que tú eres lo mejor que para la Maite”. Me salvé, ufff. Porque no he mencionado que este personaje es mi jefe directo.
Dentro de los consejos le mencioné autores, cantantes, y lugares que ella encuentra románticos. De inmediato empezó a planear cuestiones. Todo bien, hasta que me pidió “completa cooperación”. Le dije que sí, porque es mi jefe y porque la Maite andaba irritable.
Así es que en una cena navideña que se hizo en un restaurant de Manuel Montt, este loquito gastó sus buenas lucas para adornar el lugar con tulipanes blancos y mucha decoración de color rojo. A las doce en punto comenzó una canción navideña All I want for Christmas is you de Mariah Carey, la cantante preferida de la Maite. Él subió al escenario con una pinta que hasta a mí me puso nervioso y le pidió matrimonio acompañado con un discurso bastante bien preparado. De hecho, anoté un par de frases porque, bueno, nunca se sabe.
La Maite estaba al borde de los espasmos. Jamás pensé que le iba a pedir matrimonio, pero lo hizo. Y aunque el amor excesivo de estos dos me tiene mareado, me parece bien. Además, ser amigo de la Maite ha hecho que el jefe me aguante un par de cosas. Win – win, como dicen por ahí.
Imagen CC ScottMPhotos1