Que tu trabajo sea lo que te gusta hacer es un privilegio que pocos poseen. Ser asalariado, cumplir horarios y usar el transporte público –a veces hasta seis días a la semana– puede ser una tortura. Pero existen personas que se atreven a dar el paso y logran que hacer de sus talentos su fuente de ingresos.
Natalia Abrigo dice que siempre ha tenido facilidad para las artes manuales, incluso, recuerda que en cuarto básico tuvo que hacer una guitarra: la hizo a tamaño real y su profesora no creyó que ella la había hecho. Le puso un 4.0. Pero el talento estaba, sólo había que dar el puntapié inicial.
Durante un curso de enfermería que realizó años atrás, una de sus compañeras que estaba a punto de casarse. Necesitaba a alguien que hiciera los encintados: trescientas calas. Natalia jamás había hecho algo de esa magnitud, pero quería ganar dinero extra y se ofreció para hacer los encintados. Pese al nivel de producción, no se le hizo difícil y logró responder a tiempo la pega que le pidieron. De paso, nunca olvidó cómo se hacen las calas.
De eso hasta ahora han pasado cinco años y no ha parado. Al principio fue difícil por el costo de los materiales, toda la ganancia se iba en adquirir las herramientas para la realizar mejor su trabajo. Sin embargo, en todo este tiempo, Natalia dice que su esposo y su madre han sido fundamentales para sacar adelante su empresa, en la que no sólo hace encintados; también cupcakes, tortas, y decoraciones en general.
“Juan me hizo un taller en donde tengo mis herramientas, tengo una mesa para no molestar a nadie. Y mi mamá me regaló una máquina súper cara, que yo no me podía comprar porque al principio las ganancias no son muchas. Pero se me ha facilitado ene la pega con mi taller y con la máquina nueva”, comenta Natalia.
Al momento de hacer balances de lo bueno y malo de trabajar en esto, Natalia dice “me encanta hacerlo, porque siento que es un don que me regaló Dios. Además, soy mi propia jefa: yo veo mis tiempos y puedo ver a mis hijas, preocuparme de ellas. Lo malo, puede ser, que a veces no me fluyen las ideas y me siento estancada. Por ejemplo, hace un tiempo atrás, pasaron cinco meses en los que no hice nada, estaba estresada. Hubo un contexto, claro, se juntaron hartas cosas. Yo creo que ese es el lado malo”.
Cada vez son más los eventos para los que tiene que trabajar, y por recomendación, muchos han llegado a su Facebook Crea Natalia Chile. Su negocio está creciendo y ya está teniendo problemas (buenos problemas): necesita un horno más grande y una máquina conservadora para las tortas.
Natalia Abrigo tiene 29 años y su empresa ya está en tierra firme. Un ejemplo de emprendimiento que demuestra que es posible dar el paso desde el hobby al profesionalismo.