Recuerdo que estaba en segundo año de pedagogía en lenguaje y se me ocurrió tomar una asignatura de pedagogía en educación física. Yo, por supuesto, era un pésimo deportista y tomé aquel desafío para darle trabajo a mi sedentario cuerpo. Llegó el primer día, era una asignatura de deportes nada complejos como fútbol, básquetbol, tenis, etc., yo me puse mis zapatillas chapulinas y una polera vieja, sin cuidar el detalle de que todos mis compañeros de asignatura llegarían con ropa deportiva de marca y me harían parecer un escuálido ropavejero.
Me sentía extraño, pues eramos de perfiles muy distintos, a pesar de pertenecer a la misma facultad. Uno se da cuenta que en las carreras hay distintas culturas, se ríen de diferentes cosas y sus temas varían hasta el punto de no entender de qué se habla. Yo no sabía nada de deportes y jamás pensé que el fútbol serían tan cansador y complejo, pues uno como "extranjero" siempre tendemos a simplificar las experiencias ajenas y cuando tenemos oportunidad de compartirlas, nos damos cuanta que no es tan sencillo como creíamos. Es típico que se hable en clave y uno tenga que andar preguntado de qué se trata lo que dijo tal compañero, o hasta el mismo profesor se olvida de que hay un alumno foráneo en su sala de clases o la cancha y se expresa en una jerga incomprensible para mí; menciona músculos, ejercicios, huesos, etc.
La asignatura siguió, pero siempre me sentí aislado. Yo era un flacucho sin fuerza y todos mis compañeros eran musculines tonificados. Aunque de primera fueron poco amables conmigo, yo logré hacer algunas buenas migas y hasta el día de hoy mantengo el contacto con ellos. Finalmente, por mi carácter, me gané la simpatía del grupo y me convertí en una especie de mascota del grupo, cosa un poco patética si lo pensamos bien. Todos me alentaban a que terminara la última vuelta del trote, se reían de mí pero sin maldad, siempre con muestras de buena onda.
A final de semestre recibí mi nota final: un 5,4. Nunca más tomé otra asignatura deportiva y sólo me dediqué a los libros. Aunque no fue una mala experiencia, uno no puede dejar de sentirse ajeno tomando un ramo con otra carrera.
Imagen CC Escuela de Arte Pamplona