A los pocos días de comenzar, ya había hecho amistad con varias personas y hasta tuve la sensación de que mis días de soltería prontamente iban a quedar en el olvido. Porque debo hacer hincapié que hace como 3 años que no pololeo y el amor es un concepto que había eliminado de mi lista de prioridades.
Pero un día, en medio de los break habituales y mientras me fumaba un cigarro a la entrada de la oficina, se acercó a mí Gabriel, un compañero del área de informática. Aprovecho de señalar que yo pertenecía al área de redacción de casos y por ende, el único momento donde nos veíamos era por la mañana al llegar, en la hora de colación, en el break y en la salida.
Retomando, mientras fumaba llegó a conversar a mi lado. Le ofrezco un Belmont y me dice que no, que gracias pero no fuma. Raro pensé, considerando lo estresante que es trabajar todo el día en códigos y problemas con el servidor.
Con el paso de los días, siempre me lo topé en mi momento de fumar, conversábamos con entusiasmo los 15 minutos de descanso y hasta comenzamos a ponernos de acuerdo para almorzar. Me agradaba cada vez más Gabriel y cuando nos mirábamos la conexión era evidente. Y aunque mostraba ser un hombre un tanto tímido, pensé que podía deberse a que yo era una mujer con mucha personalidad. La cosa es que un día me invitó a salir. Me dijo que me llevaría a un lugar especial y que quería compartir conmigo.
A todo esto, ya toda la oficina nos molestaba y gritaban a los cuatro vientos, el amor y la nueva pareja que estaba floreciendo. Hasta ahí, yo pensaba que todo podía ser perfecto, hasta el momento de nuestra primera y única salida. Nos juntamos a las 21:00 hrs. cosa que ya me parecía un poco extraño, pero pensé iremos a cenar o a algún lugar a hacer la previa, pero no. Resulta que llegamos a una especie de gimnasio en la comuna de Macul. Mi compañero pasó a buscarme en tenida casi formal y llegamos al lugar, lleno de personas vestidos de la misma forma.
Soy mormón me dijo apenas nos bajamos del taxi y nos disponíamos a entrar al carrete. Lo único que atiné a decir es: de los que no fuma, no toma café, se va en misiones a otros países y viene a misa o como se le llame todos los domingos?
-Sí, prácticamente todo eso.
Después de que finalizó a las 12:00 hrs. el carrete, le dije a mi compañero de oficina que no se preocupara y que me iba sola en un taxi. Después de ese día comencé a tomar distancia de él y cambiar mi horario de colación con mis compañeros. Les rogué que no me molestaran más, que en definitiva su religión y la ausencia de la mía, nos hacían las personas más diferentes del planeta y que en mí, había matado todas las pasiones posibles de existir.
Desde allí, mi moraleja es: nunca salgas con alguien sin tener conocimiento de su religión y algunos aspectos de su vida. ¡Así no pierdes minutos de tu valioso tiempo!