Esta es la rutina que se repite de lunes a viernes desde hace 5 años, y algunos fines de semana cuando hay que hacer guardia en el canal de televisión donde trabajo.
Hace 7 años que trabajo allí, fue un empleo que tomé como temporal, no quería estar atada a horarios ni a una oficina, lo mío era estar en la calle producir documentales o comerciales para la televisión. Desde que me gradué siempre soñé con la producción y a eso me he dedicado. La llegada al canal de televisión tuvo más que ver con una estrategia económica, que por gusto. La paga era buena y ofrecían estabilidad, en tiempos de turbulencia social y de desempleo galopante, así que era mejor tener algo seguro.
Cando comencé a trabajar en el canal teníamos 2 años de casados, estábamos en plena “luna de miel”, ambos buscando un mejor futuro para seguir soñando con nuestra vida en pareja, éramos jóvenes y aún el cuero nos daba para madrugar y acostarnos tarde. Los fines de semana teníamos ganas de salir a carretear o a tomar un trago juntos o con los amigos. Pero el tiempo pasa y no en vano, porque los años pegan y tanto estrés diario tiene sus consecuencias.
Como teníamos un solo auto en la casa muchas veces mi esposo madrugaba conmigo y pasaba a dejarme, para luego irse a su trabajo o nuevamente a descansar, ya que también le tocaban jornadas nocturnas de vez en cuando, él era Director de Fotografía para comerciales y películas. Luego descubrí que realmente no volvía la casa sino que aprovechaba mi tiempo de "trabajólica" en paliar mis ausencias con otra persona.
CC: Esther Vargas
Hoy fue un día especial en el trabajo, porque cuando ya estábamos casi listos para irnos a nuestras casas (8:00 p.m.) sonó el teléfono y nos informaban que habían colocado una bomba en las afueras del Congreso Nacional, debíamos quedarnos a trabajar fuera de horario. Lo primero que hice fue llamar a mi casa, donde nadie contestó, luego al celular de mi esposo y salió la grabadora. No tenía a quién avisarle que debíamos trabajar la noche entera. Yo no recibí ninguna llamada de preocupación.
Al día siguiente entre correr y correr buscando las noticias y tratando de mantenernos en pie con mucho café, perdí la noción del tiempo y nuevamente eran las 9:00 de la noche. Ya me había comunicado con mi esposo quien me vendría a buscar.
Esa era mi vida, 7 años queriendo crecer, tratando de ganar más dinero y ascender dentro de la organización. Todo había dado sus frutos profesionalmente, pronto sería Productora Jefe de las mañanas informativas del canal. Pero me di cuenta que mis logros no tenía con quien celebrarlos. Además yo estaba demasiado agotada física y mentalmente para pensar en otra cosa que no fuera dormir y nuestra “familia” era una linda fotografía en el living del departamento.
El progreso las ganas de surgir me cegaron, puse sobre el amor, la compañía y el afecto, mi profesión. Cuando una noche estiré el brazo para sentir la compañía de mi esposo, no había nadie a mi lado, estaba sola. El amor se había ido, aunque de vez en cuando venía a calentar la cama, porque aún éramos marido y mujer.
Luego de esto cambié de trabajo y lo primero que hice fue asumir horario reales. Ya no trabajo en la tele, aunque me encantaría, porque siempre ha sido para mi la mejor profesión del mundo, pero no podría tener el control de mi tiempo. El tener tiempo para mi, mi hija y mi pareja se ha vuelto primordial en esta nueva historia de vida.
De mi experiencia podría decirles que luché mucho por surgir, postergué mi maternidad lo más que pude, pero llegó el momento de abrir los ojos a la realidad. Estaba “tan segura” que el hombre que tenía a mi lado me amaba que estaba dispuesto a soportar los largos tiempos de olvido y soledad, y no fue así. No hay nada seguro en una relación de pareja si no se alimenta con atenciones y amor.
No hay que dejarse enceguecer por el crecimiento, sino al contrario, poner todo en una balanza, saber detenerse y poder pensar en frío. Darse el tiempo de escuchar al otro, cuando te dice “debes parar”, y no calificarlo de egoísta. Si tu pareja te ama quiere que siempre estés bien y te apoyará en todo, pero no puedes dejarlo a un lado, porque más temprano que tarde desaparecerá.
Nunca lo he dicho, pero no lo culpé al final del camino, yo no estaba en casa, y cuando estaba ni lo pescaba, siempre pensé que el anillo que nos unía era a sangre y fuego y no era así. Esta experiencia me marcó para siempre. Tardé en reconocerlo, pero la verdad es que mi descuido lo "echó" en los brazos de otra... Aunque nunca lo justifiqué.
Imagen portada CC Paul de los Reyes