¿Has pensado en cuántas veces al día necesitamos de los números? Calcular el vuelto del supermercado o del transporte público, saber la cantidad de bencina que se puede cargar en el auto y tener claridad sobre el tiempo que nos toma llegar al trabajo son algunos de los múltiples actos cotidiano en que recurrimos a ellos inconscientemente.
En su libro El hombre anumérico, el escritor estadounidense John Allen Paulos, se refiere a las consecuencias del analfabetismo matemático. Afirma que las personas que tienen tal característica, a menudo presumen de ello, contrario a lo que ocurre con otras carencias que generalmente se ocultan.
“Enorgullecerse de la propia ignorancia matemática se debe, en parte, a que sus consecuencias no suelen ser tan evidentes como las de otras incapacidades”, afirma el autor. Pero, ¿es para tomarlo a la ligera?
No sólo en la vida personal, sino que también en el mundo del trabajo; se ha visto a profesionales que, sin desmerecer el manejo que tengan en otras materias, son un claro ejemplo de lo que puede ocurrir cuando prescinden de las matemáticas o no le dan la importancia que requiere.
Allen Paulos recuerda una ocasión en que veía las noticias y el hombre del tiempo dijo que la probabilidad de que lloviera el sábado era del 50% y también había una del 50% de que ocurriera el domingo. Todo sonaba normal, hasta que entregó su conclusión: ¡la probabilidad de que lloviera el fin de semana era del 100%! ¿Qué les parece?
¿Y si trasladamos esta carencia a Chile? Probablemente recuerden algún ejemplo lamentable de encuesta nacional, una cifra mal informada en un medio de comunicación, lo ocurrido con un colega o incluso una experiencia propia.
El problema es que es más usual escuchar “odio las matemáticas”, que lo contrario. Peor aún, algunos deciden arrancar de ella ingresando a una carrera humanista, como si eso asegurara una distancia definitiva de los números.
¿Se imaginan a un periodista explicando los vaivenes económicos, sin saber de porcentajes, gráficos o unidades de medida? o ¿a un sociólogo incapaz de procesar variables o hacer estudios cuantitativos?
Allen Paulos deja en evidencia, con sencillos ejemplos, que las matemáticas son un recurso básico. Y afirma que las personas anuméricas, aun siendo cultas, tienden a personalizar la realidad y a no entender el mundo de manera racional.
El hombre anumérico no es un ensayo sobre fórmulas u operaciones matemáticas, es un libro muy ameno y fácil de entender, incluso para quienes no se consideran amigos de los números ¡Anímate a leerlo!
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