1. Todo es mejor en Santiago
Todo en Santiago es más grande o exagerado. Cuando algún compañero de universidad resalta algo positivo de su ciudad, siempre aparece el santiaguino diciendo: “ah, pero en Santiago es el doble”, “ah pero en Santiago es más bacán”, “ah, pero en Santiago es mejor”, etc. Nunca perderemos.
2. Todo es peor en Santiago
Como dije, todo allá es más. Si se quejan de las micros; allá es aún más terrible. Si se quejan de la delincuencia; allá los delincuentes son los peores y más malos. Si se quejan de los precios; allá es lo más caro. Ya saben, nunca perderemos.
3. La gente de provincia siempre es amable
Si algo hace característica a la gente de Santiago es su mal humor. El smog, el horario punta y la rutina interminable han terminado por arruinar nuestro genio. Por lo tanto, cualquier persona que nos ceda el paso o nos sonría será un ángel en nuestro camino.
4. Siempre andamos paranoicos
En Concepción, Valparaíso, Talca, Valdivia, Temuco y cualquier ciudad grande de provincia, no son tan comunes los lanzazos o los cartereos a plena de luz del día. Por eso mismo, siempre estamos alerta, en la micro o en la calle, despiertos o durmiendo.
5. Para nosotros Rancagua ya es el sur
Nuestro amado Santiago es tan amplio, que ya en Rancagua creemos que estamos en el sur. Ni hablar de Curicó, menos Concepción, y para qué mencionar a Valdivia; eso ya es otra galaxia.
6. Dicen de la gente de regiones hace todo lento
Como estamos acostumbrados al ritmo frenético de vida, creemos que la gente camina y hace todo lento. La ansiedad nos hace percibir la vida en cámara rápida.
7. Encontramos todo cerca
Horas y horas en el Transantiago nos acostumbraron demorarnos siglos en trámites tan simples como ir a clases o carretear. Por eso es una bendición caminar un par de cuadras y llegar a la U.
8. Para nosotros siempre es temprano
Las 9 de la noche para nosotros en una hora más del día. A las diez las calles siguen repletas, el metro y las micros igual. Por eso nos impacta ver que a las 8 cierran las botillerías y las micros parecen verdaderos barcos fantasma.
9. Apetito de carrete
Carreteamos tooooda la semana. De lunes a sábado la fiesta arde. Pero en provincia recién el miércoles empieza alguna que otra tímida tomatera. Fomedad al máximo.
10. Los cambios de palabras
En vez de decir “estoy encañao” dicen “tengo caña”, en vez de decir “me da pan francés” dicen “me da marraqueta”. Ufff, creo que nunca nos entenderemos.
Imagen CC Tomás Sepúlveda