Hace unos días vi en Facebook que estaban vendiendo un particular producto llamado "los amarra pololo". Eran test de embarazos positivos a sólo quinientos pesos, lo más chistoso eran los comentarios. Había uno que ya lo había visto hace un año atrás; si la amas, embarázala. Como un método masculino para amarrar a la pareja. Estuve pensando en esa frase durante una semana, ¿cómo saber que amas a alguien y que quieres tenerla junto a ti por el resto de tu vida?. Si la amas, suponiendo que estás seguro que la amas, amárrala a ti, genera el lazo. Que tal si revertimos esta lógica, ¿primero el compromiso y luego el amor?.
Si metiste la pata, o algo más, lo más sano es comprometerse, fuera del tema de que ahora las separaciones son algo más común, sigo pensando en la idea de que lo mejor es esforzarse un poco y tratar de solucionarlo por el buen camino. Además, ¿el amor es algo que surge espontáneamente o es algo que se aprende?. Tendemos a pensar que surge, que si hay amor, seguimos pa’ delante, pero si el amor se acaba, chao nomás. Y en parte por eso hay tantas separaciones y tantos abandonos tras el embarazo.
Un estudio que leí hace varios años en La Tercera decía que los matrimonios arreglados (allá por Asia) tenían menores tasas de divorcio. Claro, uno dice, no tienen otra, están obligados. Pero la verdad es que se ha demostrado, a través de mediciones en la actividad cerebral, que las parejas en matrimonios arreglados se aman más que en los de libre elección.
En este estudio, se propone que el amor se puede aprender e incluso dan algunos tips de como hacerlo. Somos occidentales y capitalistas, pero podríamos dejar lo del compra y a la basura sólo para los productos y no mezclarlo con el amor.
A las parejas jóvenes nos separan veinte años de hábitos distintos, pero tenemos más del doble de tiempo para explorarnos, aprender uno del otro, amarnos, y encontrar nuestra felicidad. Pueden escucharme a mí, o ver chipe libre. The choice is yours.
Imagen CC Esparta Palma