Hay momentos en los que te pasa algo desagradable y te preguntas "¿en qué momento se dará vuelta la tortilla?". Las cosas desagradables en la universidad pasan generalmente con los profesores, no importa el problema o el ámbito en el que ocurran, siempre hay algo que pasa y en los cuales desearías que los planetas por un instante estuvieran alineados con tu persona para que los dioses vean tamaña desigualdad. Pero como en todo, basta solo un momento, un solo momento para que la crema quede regada en la sala de clases cuando el profesor queda como un ignorante.
No ahorraremos en gastos. Aquí ellos fueron los que se buscaron el odio y los comentarios asquerosos debido a su mal proceder con los estudiantes. Fuimos quienes después de leer 600 páginas de una fotocopia ilegible nos presentábamos a una prueba vestidos formalmente -y esto es porque el profesor así lo quiso- recibiendo preguntas casi inentendibles y de las cuales rayábamos con las uñas el 4.0; fuimos nosotros quienes entregabamos los trabajos a tiempo para recibir solamente crítica tras crítica de un profesor que tuvo una semana jodida descargando su ira apocalíptica sobre nosotros. No más, debe existir algo en lo que tenga que caer.
... y efectivamente cayó.
Esa mañana andábamos todos latosos por un montón de trabajos con disertaciones sobre e tema. Bastó una pregunta del profesor -que se vio volando bajo- y cayó la contra respuesta coronada con "pero, ¿cómo no sabe profe?". Desde ese momento vimos a este ser tan apoderado de su personaje perverso transformarse de a poco en una persona con una corteza tan delgada como un árbol que recién nace. Lisa y llanamente se partió.
Fue ahí cuando nosotros quedamos sin habla. Quedó en blanco, no atinaba a decir nada y solo a gimotear. Las chicas se acercaron a él, no sabemos si por lástima o por otra cosa y le comenzaron a preguntar si se sentía bien; nosotros, creo que más preocupados de la reacción del profesor hacia las mujeres del grupo curso, nos quedamos alerta a cualquier reacción. Fue cuando en ese instante el profesor volvió en si, pidió disculpas, indicó que la respuesta la tendríamos la siguiente clase y que por ahora esta clase llegó a su fin.
Tan sin habla como cuando se partió, quedamos más en silencio cuando nos dijo eso.
Sus clases siguieron igual pero, ahora tomaba sus resguardos y tenía más de un libro bajo el brazo a la hora de que alguien lo quisiera hacer caer con alguna pregunta.
¿Tienes algún caso donde estas "biblias del saber" han quedado como "revistas de 100 pesos"? Cuéntanos.
Imagen CC Archivalladolid