Ser garabatero es parte de un estilo de vida. Las chuchás con el paso de los años van transformándose, si se te escapaba un "weón" cuando tenías 5 años era motivo de risas y celebraciones, sin embargo, en la adolescencia era causal de molestia y enojo de parte de nuestros padres, escuchando un típico "cabro de porquería sin respeto".
En la Universidad es diferente, o por lo menos así lo he notado, allá el rezo coprolálico es pan de cada día, "certamen y la ctm", por citar algo más o menos fino. Entre amigos es obvio que pueden abundar las palabras de grueso calibre, esas mismas que harían temblar hasta la mismísima Patty Cofré.
Entre los garabatos más usados en la U están los que se le dedican a la madre del aludido, el que siempre o al menos en la gran mayoría de los casos será nuestro profesor más insoportable. Mención aparte a los movimientos estudiantiles, cada marcha ha agregado a mi vida palabras y cánticos que sólo podían tener cabida en mi imaginación.
Cómo olvidar esos años escolares tarareando este tema de Glup! aplicable a cualquier situación de la vida:
Existen groserías (ay, que siútico suena) para todos los gustos, están las ofensivas y las amistosas, están las que reemplazan el sustantivo común como "weá y wea" del tipo "oye wea, pásame esa weá, que está ahí encima de esa weaita chica" y lo más cuático es que entendemos cada palabra y somos capaces de entregarle entonces, el control remoto que estaba encima del velador.
Uno de los pocos estudiosos del garabato chileno es el profe Campusano, consultor gramatical, quien por años se ha ganado un espacio en el lenguaje soez, escribiendo acerca del COA (o lenguaje carcelario) y ayudándonos a entender la raíz etimológica de las malas palabras.
[caption id="attachment_21491" align="alignnone" width="479"] Tito Matamala[/caption]
También está el reciente libro del escritor y periodista Tito Matamala, "Chile garabato" ($12.500 en librerías) donde podemos conocer parte de la historia chilensis en torno al uso y abuso de esas palabras que muchas veces son únicas para describir un estado anímico o situación. El análisis, escrito a puras chuchadas abarca más de 50 años, inmiscuyéndose incluso en la época de la dictadura y su influencia en las huevadas que hablamos actualmente.
Hasta el momento, no he conocido a nadie que no haya dicho al menos una grosería en su vida universitaria. ¿Y ustedes cuáles utilizan habitualmente?
Imagen vía Youtube