Yo hablé muy generalmente de este aparato en otra nota (puedes verla aquí), en aquella oportunidad mencioné muchas de las cosas novedosas (para la época) que traía este celular: como la posibilidad de intercambiar carcazas, que la pantalla se pudiera iluminar en la oscuridad, el que impulsara el boom de los mensajes de texto y que además te dejara personalizar tu ringtone. Incluso, hablé de la típica broma de entrar a la configuración del celular de algún compañero y cambiarle la configuración de idioma a turco (¿quién no hizo eso?).
Pero es hora de hablar de los recuerdos, porque todos tenemos una memoria con ese celular cuya la batería duraba días, que si se caía era más probable que el terreno se hiciera más daño que el propio celular, que alguno escuchó la hora con esa función de voz en español de españa (zon las quinze horas con veintizinco minutoz) o que todos competían por ver quien tenía la mejor carcaza.
En mi caso, mi ladrillo era negro y no era ni mejor ni peor que el que todos tenían. Como todos mis compañeros, solía jugar a la serpiente entre las clases, y las niñas se mandaban 10 mil mensajes por minuto a pesar que estaban a 3 metros de distancia (sí, nada ha cambiado). Mi ringtone era el clásico que la mayoría tuvo, el de la cucaracha de MTV…. ¿no se acuerdan?, este po…
Una vez un compañero trajo el mismo ladrillo, pero con pantalla a color y siempre que le decíamos ¿préstalo pa’ verlo?, él respondía: no hueón, que le queda una rayita a la batería… hueón penca.
Bueno, ahora les tiro la pelota a ustedes, ¿qué recuerdos tienen con su mítico Nokia ladrillo?
Imagen CC Dominic Alvez