Hoy en nuestra sección #ViejazoUniversitario, tenemos algo que te hará volver rápidamente a tu más tierna infancia: El experimento de plantar un poroto en un vaso para que germinara.
La primera vez que supe de este experimento estaba en Educación Básica, pudo ser primero o segundo no recuerdo muy bien. Lo único que sé con certeza es que el experimento no me resultó y tuve que recurrir a mi madre para que me ayudará.
Desde chica me gustó ser independiente con los temas del colegio, era matea, tanto que me gustaba llevar las clases preparadas para tener dominio del tema (esa locura se me pasó en la Universidad). Mi mamá siempre me ayudaba en los trabajos que requerían motricidad fina, pero el experimento del poroto y el algodón era facilito así que lo hice por mi cuenta.
Busqué un vaso, algodón y un poroto. Le puse un poco de agua y lo dejé cerca de una ventana. Lo regaba todos los días, pero no veía cambio alguno. El poroto de porquería no germinaba, ni un tallito verde salía de ese rudo poroto, así que decidí acudir donde mi mamá para que me ayudara.
Mi error fue el siguiente: Envolví el poroto con el algodón como si se tratara de una camisa de fuerza. Lo dejé demasiado apretado así que no tenía por donde brotar el pobre.
Para que resultara lo pusimos en un vaso de vidrio, tomamos un poco de algodón para el colchón, elegimos otro poroto voluntario y lo tapamos delicadamente con otra capita de algodón para nuevamente regarlo todos los días.
A las dos semanas comprobé que algo verde salía de ese poroto, con el tiempo creció más y ya estaba fuerte para ser trasplantado a un pequeño macetero con tierra. Esa fue mi primera planta y mi primer obstáculo de muchos.
¿Y a ustedes les resultó el experimento?
Imagen CC Silke Gerstenkorn