Siete años han pasado desde que la Cuenta RUT comenzó a operar, y con ello todo ciudadano pudo acceder al derecho a usar el dinero de manera digital, con Redcompra, e incluso pagar el Transantiago, todo en un mismo pedazo de plástico. Finalmente, un producto que partió siendo propio de la elite, pasó a ser parte de nuestra vida cotidiana.
Este pequeño paso para los bancos -y gran paso para el estudiante universitario-, trajo consigo una serie de nuevas relaciones entre nosotros, estudiantes absortos en nuestra misión histórica de ser el futuro de Chile, y nuestros padres y madres, muchas veces gentiles auspiciadores de nuestras aventuras y desventuras académicas.
No parece tan descabellada la idea que nuestros amados progenitores nos vean como una inversión a plazo: sueñan con que estudiemos aquellas carreras que nos dan prestigio y fortuna, mientras mes a mes se hacen un harakiri para mandarnos ese dinerillo que nos mantiene a flote, saludables y con el hígado sobreexigido.
Al mismo tiempo, nuestra decadente dependencia hacia ellos nos pone en situaciones límite que transforman nuestra vida estudiantil en una montaña rusa de emociones. Ese lento y eterno momento en que pones la tarjeta en el cajero automático y marcas una cifra, puede ser una pesadilla si obtienes un "saldo insuficiente" como respuesta.
El sudor se torna helado, y una serie de amistades desfilan por tu mente, candidateándose para ser la persona ideal para sacarte de tan doloroso apuro. El carrete del fin de semana, la cita ideal, la mercadería. Todas tragedias unas peores que las anteriores simplemente porque algo pasó con el infinito amor de mamá y papá, que se les olvidó depositarte.
Imposible olvidar el "percance" de un amigo, que se encontró con esta horrible sorpresita en el momento en que pagaba la cuenta de un bar al que había invitado una chica que venía siguiendo por mucho tiemnpo, la cual tuvo que dejar su teléfono celular en prenda de garantía por la cuenta. La probabilidad que su gesta amorosa haya finalizado sin éxito es alta.
Los siete años de cuenta RUT nos han dado muchas satisfacciones, y nos han hecho valorar el esfuerzo de nuestros padres que ponen su trabajo al servicio de nuestro bienestar, y también comenzar a pensar en sustentar nuestros propios placeres, para que el "papurri no me hai depositao" no sea más una preocupación.
Imagen Nicolás Vallejos