Hace un tiempo conocí a dos emprendedoras que tenían sus mini pymes de chocolates, con buenos resultados de venta. Vivían cerca, la clientela sabía de la existencia de ambas y cuando una de ellas se enteraba que la otra bajaba los precios, optaba por lo mismo.
Sin embargo, un día la micro empresaria “A” se dio cuenta de que pese a tener sus productos más baratos, las ventas comenzaron a disminuir. Por uno de sus clientes se enteró que “B” tenía chocolates más caros, pero con mayor variedad.
Hacía unos seis meses que “B” estaba poniendo en marcha su nueva estrategia, ya no quería estar pendiente de cuántas veces “A” bajara los precios, estaba enfocada en diferenciarse de la que antes fue su competencia.
Viajó a Santiago, hizo unos cursos y comenzó a fabricar nuevos sabores. Ahora sabía dónde comprar materia prima de mejor calidad y cómo trabajar con otros productos, como frutas y masas. Además, empezó a recibir pedidos personalizados de sus clientes y pudo contratar a una persona para que la ayudara con la entrega. La última vez que hablé con ella me comentó que sus ventas se habían triplicado en casi un año.
Hace un par de semanas fui a buscar a la otra emprendedora y me encontré con que cambió de rubro, sus chocolates ya no eran sustentables. Ahora está dedicada al diseño, en una mini pyme familiar, con muy buenos resultados.
Océano rojo y azul: competencia versus innovación
Les comento lo anterior porque el mes pasado me encontré con un artículo sobre el libro “Blue ocean strategy” de los profesores Chan Kim y Renée Mauborgne, donde establecen que la clave del éxito empresarial está en hacer la competencia irrelevante para concentrarse en la innovación y en los nuevos o potenciales nuevos clientes.
Ambos académicos hacen una comparación entre el “océano azul” y el “océano rojo”. En éste último se encuentran las industrias ya establecidas quienes luchan por superar a sus rivales captando la mayor cantidad de clientes que existen en el mercado. Según los autores, esto genera un océano “sangriento” donde se reducen las perspectivas de beneficios y crecimiento, los productos se convierten en mercancías y se origina una competencia feroz.
Por el contrario, el “océano azul” denota un mercado desconocido, preparado para que se creen negocios que innoven y generen demanda. Aquí los competidores no son bienvenidos. Kim y Mauborgne, afirman que el nombre de este espacio es una analogía para describir el potencial más amplio y profundo del comercio que aún no ha sido explorado.
En síntesis, los escritores apuntan a que se generen nuevos espacios de consumo yendo más allá de la demanda existente, pero teniendo presente que se debe asegurar la viabilidad comercial de este océano azul.
Y ustedes, ¿por cuál color optarían?
Imagen CC vía KayKim(김기웅)