La salvadora de miles de jóvenes en este país. La tarjetita azul con blanco que guarda en su interior los 32 mil pesos más preciados en tu bolsillo: los destinados a comida.
Con el tiempo la tarjeta Junaeb ha ido subiendo de pelo, cómo olvidar esos años en que se entregaba una chequera con 20 cupones de $1250 pesos y que en algunos lugares -que aquí no vamos a mencionar- podían canjearse cervezas, terremotos y pichangas. Aún recuerdo esos años de mechona en que en algún momento gritábamos "si tu pones un cheque, yo pongo dos, EEEEPA!" y la alegría de todos al comernos una chorrillana gigante en el local con mayor olor a fritanga en Concepción.
Debido a estas masivas campañas de "Elige Vivir Sano" las compras se redujeron en aspectos chatarra, los locales ahora están obligados a tener opciones de colaciones saludables por $1300 o $1600, sin embargo, la mayoría de sus platos son así: una porción de tomate con choclo y una cucharadita de atún más una bebida zero, y eso sería, los restoranes suplen su necesidad de ofrecer un menú light ¿y nosotros? con el triple de hambre, porque seamos sinceros, eso no nos tapa ni una muela.
Y comer en el casino de la universidad es otro dilema, no sé si en sus Ues será igual, pero al menos acá en la UdeC, los platos son tan radiactivos como "puré de arvejas con crema de coliflor y ensalada de repollo", lo que te puede asegurar una visita segura al baño público más cercano, con un arma de destrucción masiva en tus intestinos.
¿Llegaremos al equilibrio alguna vez? Por lo pronto, lo más sensato parece ir al supermercado, comprar nosotros mismos las cosas que necesitamos para el mes y cocinar, así la beca rinde más que si decides almorzar cerca de tu lugar de estudio.
Imagen Sodexo