Me pasó hace algunas semanas, después de las tan anheladas vacaciones de invierno... ya no tenía clases a las cuales volver el segundo semestre. No, mi periodo de estrés constante, de salidas al campus a beber y esos dos kilómetros de árboles y flores que cruzaba para llegar a la Facu de Sociales se acabaron. Ahora me toca realizar la práctica profesional y listo. Nada de clases presenciales, ni certámenes. ¿Suena maravilloso cierto? Es lo que todos esperamos, no volver a tener que verle la cara a tal profe, dejar de estudiar ese aburrido ramo, no tener que caminar como zombie a las 8 de la mañana hacia una sala fría y con una silla probablemente coja.
Pero no es tan bacán como lo pintan. O como yo esperaba que se sintiera, porque de pronto me empezaron los cuestionamientos, "después de la práctica tengo que conseguir pega", "ahora sí que no tendré tiempo", "ay, era mejor la U", "ahora no veré ni la luz del sol", etc, etc. Y es cierto, me di cuenta de pronto del montón de cosas que postergué porque según yo, no tenía tiempo... ahora cuando pienso en la práctica y su jornada completa o en lo que viene después, trabajar y ser adulta realmente, cuando la isapre o fonasa de tus viejos te empieza a enviar solicitudes de desafiliación por el fin de tus estudios, como esperando que empieces a ganar plata luego para que pagues el crédito universitario. Ahí viene la crisis.
En mi caso, este dilema me tuvo el mes entero viendo la lluvia caer afuera de mi ventana, en pijama y pose deprimente, pensando constantemente ¿qué hacer? mientras me hacía ovillito en la cama.
Sin embargo, hablando con otros amigos un poco mayores, entendí que este es un proceso natural y que es normal sentirse atemorizado o ansioso frente al futuro que se avecina. Tenemos permiso para bajonearnos unos días, poner canciones adolescentes en nuestro Facebook y hacer caldo de cabeza un rato, pero es necesario ponerse de pie, sacudir un poco el cuerpo y tomar esta nueva etapa como un desafío. En mi caso, decidí dar el salto y aceptar hacer una práctica en otra ciudad, lo que me tiene llena de nervios, pero también expectante y con un poco de adrenalina.
También comprendí que no toda la gente sirve para las mismas cosas, como cada ser humano tiene sus gustos y sueños diferentes, me di cuenta que quizás la vida laboral inmediata no es lo mío, por lo que estoy buscando toda la información posible para postular a una beca de Magíster. Lo mejor siempre es pensar en varios caminos u opciones, no te cierres solo a una cosa, porque por mirar un sólo árbol, puedes estarte perdiendo el bosque (como dicen por ahí).
¿Y ustedes, cómo están enfrentando su salida de la U?
Imagen CC José Manuel Ríos