Cuando se acerca el fin de semestre y comienzas a cachar cómo va la cosa con tu situación académica, comienza el stress estudiantil serio. Después de uno que otro malabar con las notas y el estudio, entre pasar de largo o llorarle al profesor, es hora de sacar cuentas. Es en ese momento, con todas las notas puestas, cuando te das cuenta si pasaste o no los ramos cabrones del semestre o el que dejaste de lado por estudiar para esos.
A continuación, una lista de sensaciones que ya has sentido o podrías sentir luego de completar tu odisea.
1.- Indignación (¡Merecía más nota!)
Ves el azul en el informe de notas finales y te sientes insatisfecho, a pesar de sentir alivio. Porque sabes que rendiste bien y te esforzaste por esa nota. Cuando ya no queda nada más que decir respecto a pasar el ramo así, para salvar tu honor les dices a los demás que es culpa del profe y reclamas como si fuera un asunto de vida o muerte. Sin embargo se nos olvida lo más importante, que pasamos.
2.- Indiferencia (lo pasé, me da lo mismo la nota)
Cuando no estás ni ahí con el ramo. Llega un momento en que sientes que la universidad es una actividad para matar el tiempo y muchas veces te incomoda para tus “planes importantes”. No pescas el ramo hasta cuando estás a punto de echártelo, pero como no es difícil pasarlo, sigues siendo indiferente. Para qué complicarse la vida.
3.- Felicidad (lo pasé sobre 5 o 6)
Te gusta el ramo o se te da fácil. Andas contento porque te va bien y no tienes que preocuparte mucho. También puede ser que justo hiciste lo que te pedían. Así llega el fin del semestre y pasas el ramo con una nota muy linda que te sube el promedio y ni sufriste. Así que te pones feliz y pasas hablando del tema con todos los cercanos a tus viejos y tu familia. Las buenas noticias son las que se cuentan.
4.- Inseguridad (¿lo pasé o no?)
El mítico caso del 39.5. ¿Por qué a mí? Que le costaba al profe ponerme una décima más para pasar su ramo. Estás en el limbo de las notas y no sabes si pasaste el ramo o no, aunque todos te dicen que estás listo. Es tanta la duda, que partes a hablar con el profe por si las moscas y sales con un peso menos de encima. Esta situación da paso al siguiente punto.
5.- Sufrimiento (pasa el ramo, con o sin examen pero siempre sufriendo)
Los estudiantes amamos el suspenso. Estiramos el elástico hasta que no da más y nos sacamos un rojo en la primera ronda de certámenes, a veces en la segunda. En el fondo de tu consciencia sabes que en algún momento llegará el aprete y deberás estudiar o rogar, pero aún así sacas la vuelta. Cuando ya no queda nada por remediar y la culpa te persigue, empieza la auto tortura, ¿cómo fui tan pavo/a? ¿en qué momento falté tanto a esa clase?. Después pones los santos de cabeza, le pones empeño y con un poquito de suerte pasas el ramo. Nos ponemos contentos, pero después de sufrirlas todas.
6.- Felicidad por pasarlo después de sufrir
Después de tu examen quedas en la incertidumbre. Si eres bueno para el sufrimiento, caes en una depresión de días y según tu personalidad les cuentas a todos tu problema o te aíslas. Todos los días y cada rato miras la intranet de la U por si milagrosamente te cambian las notas o te llega un mail del profe disculpándose por ser tan brígido. De repente te suben la nota y todo calza. El mundo vuelve a tener sentido, se llena de colores y tienes un triunfo que contar en tus vacaciones.
7.- Satisfacción (lo pasé sin esforzarme)
La sensación es parecida a la indiferencia y a la felicidad. Pasas el ramo sin esforzarte y la verdad es que no te andas estresando por nada. Uno siempre envidia al compañero que no sabes cómo lo hace y le va bien. Lo bacán es que a veces te toca a ti y terminas satisfecho con tu rendimiento, no importa si no fue excelente, eres de los privilegiados.
8.- La súplica (El caso denominado 39.449)
Dedicado a todos los que van a ser chupamedias de los profes en periodo de exámenes. La difícil situación de quedar en el limbo administrativo y en las manos del criterio del profesor. Ahora es cuando te preguntas cuál era el horario de atención de los profes, que te dieron a principio de año y nunca pescaste. Luego, te presentas en actitud suplicante, le cuentas tus problemas al profesor y este después del discurso, como un dios bondadoso con su ramo, lo aprueba. Estos señores y señoras simpaticones se merecen muchos homenajes.
9.- Ahora sólo me falta…
Es rico salir de vacaciones sin asuntos pendientes. Sin embargo, los profesores aman complicarse la vida, sufrir y mortificar a sus estudiantes. Entonces no te entregan las notas hasta una o dos semanas después de que saliste. Y ahí estás tú, sacando cuentas, entre ansioso y desesperado por dejar de pensar un rato en la U. Sientes la incertidumbre hasta que el goteo de notas se detiene y duermes como un bebé.
10.- ¡Hay que celebrar!
Toda gloria merece una condecoración. Es por esto que ahora el carrete y dormir horas pasan a convertirse en tu premio de universitario mártir. Eres feliz y estás en todo el derecho de celebrar porque terminaste el semestre y pasaste tus ramos. No importa si quedó alguno en el camino, saliste de vacaciones, mereces distraerte. No, no importa si no pasaste muchos, igual quieres celebrar.
Si no obtuviste otra victoria para archivar, te recomiendo esta lista de canciones para dedicarle al profesor que te arruinó las vacaciones, mientras planeas alguna venganza.
Imagen CC Miguel Gómez Gonzalo