Supongo que existirán lugares donde es distinto, pero me parece que las ceremonias de titulación son lateras y, en muchos casos, ajenas al propio actuar de los estudiantes. Por lo demás, no hay ni una sutileza en eso de juntar un puñado de personas de distintas carreras, que quizás ni se toparon en su vida universitaria, y hacerlos esperar para recibir un cartón de la mano del rector. Pienso que debería haber más dedicación por parte de las instituciones, la misma dedicación que tienen a la hora de cobrar el arancel.
Hace poco escuché hablar a un gran cura chileno, Mariano Puga, respecto del sentido de la liturgia cristiana. Él decía que la liturgia de la iglesia católica estaba lejos de conectarse con la vida cotidiana de los pobres, y que a ello debería apuntar. En las liturgias que él oficiaba, se propuso estrechar esa distancia, permitiendo que las costumbres cotidianas de los sectores populares permearan el rito cristiano. Esto me deja una enseñanza, que hoy quiero transmitir y aplicar al caso de la ceremonia de titulación: el rito es cercano, es un reflejo del pensamiento y cotidianidad de una colectividad. No es un acto impuesto, y no necesariamente tiene que ser formal, solemne o aburrido.
¿Y a ti, cómo te gustaría que fuera tu titulación?
Imagen CC Roberto Bonvallet