Cuando estaba por decidir qué estudiar en la universidad y en esa época nos presionaban para seleccionar alguna carrera típica como el derecho o la ingeniería, decidí dar un vuelco a los pensamientos de mis padres y tomé periodismo, pero no era un periodismo cualquiera era periodismo audiovisual, quería ser productora, no quería estar detrás de un escritorio toda la vida.
Para mí hoy por hoy la mejor profesión del mundo es ser productor audiovisual. Luego de salir de las aulas de clases y ser llevada al mercado laboral, comencé como un técnico cualquiera, recogiendo cables, limpiando y sirviendo café - así se hace un productor - me decían - sabiendo de todo un poco.
MI profesión me ha llevado a recorrer realidades y ver el mundo de una manera diferente. Lo que para muchos puede ser sólo un montaje televisivo, para los que vivimos en sangre propia cada una de las tomas de un reportaje, de una crónica o de un documental sabemos que son vivencias irrepetibles. En el mundo real que he conocido a través de la producción, en especial la periodística, ha visto gente que muere de hambre y come de la basura, hay personas que no tienen un techo donde vivir y mujeres y hombres que se prostituyen por necesidad y no por placer, el disparo de una bala que ha rozado a algún compañero y las bombas lacrimógenas que nos caen a los pies mientras huimos de una avalancha de personas. Y aun viendo estas cosas tan duras, pienso que es la mejor profesión del mundo, te hace poner los pies sobre la tierra.
Pero cuando vuelas, y puedes ver maravillosos paisajes en helicóptero, visitar playas azules como el cielo, tener en tu brazo un águila, visitar el Amazonas y el Archipiélago de los Roques en Venezuela. Tocar las arenas blancas de las inmensas Playas de Puerto Rico, bañarte en un volcán de lava en Cartagena o simplemente recorrer el Rio Nilo en un crucero y las Islas Griegas en barco, sabes que no te equivocaste.
Ser productor es sacrificado, no tiene horario ni día, no hay familia que se interponga entre las pautas de trabajo. Llegas antes y te vas después, eres el último en hacer la fila para las comidas, el último en acostarse en cualquier gira y el primero en levantarse y levantar a los demás. Algunas de estas cosas son las uno extraña del pasado, pero ser productor te llena la vida de adrenalina.
El otro lado, que no es la producción periodística es muy diferente. En el medio televisivo uno trabaja con los personajes de la farándula que tanto la gente admira cosa que muchas veces hace que el pecho se infle y hasta pecar de arrogante. Pero en especial cuando se están en la cima de la ola con algún ancla televisivo que da de qué hablar en las páginas políticas. En mi época de productora en programas periodísticos, estaba codo a codo cada mañana con uno de los anclas más polémicos, por su estilo directo y sin tapujos, del periodismo. Con él aprendimos un buen grupo de “pichones recién graduados” a hacer las cosas bien y casi perfectas.
Cuando este hombre salía a la calle, con su séquito de productores, la mayoría mujeres, la gente se le venía encima y nos tocaba hacer de guardaespaldas, no sólo porque no nos permitían trabajar, sino por el peligro que conllevaba estar en la calle en tiempos de crisis política y bandos encontrados. Era un verdadero orgullo trabajar en aquel canal de televisión, no sólo por quiénes lideraban el canal como anclas y artistas, sino por la calidad humana de todos los que allí poníamos el corazón. Pero como muchas cosas en la televisión, no sólo el programa terminó, sino que el canal finalmente cerró por presiones del Estado y más de 3000 trabajadores quedamos fuera de nuestro hogar. Así es la vida de los que alguna vez soñamos trabajar en la televisión, no sólo los productores y los artistas, sino el gran mundillo oculto tras bastidores.
A pesar de las adversidades vividas sigo pensando que ser productor de televisión es la mejor profesión del mundo, se lleva en la sangre y en el corazón. Aparte de pasar por la universidad para aprender el oficio es algo con que se nace, y cada cosa que hacemos en nuestra vida está signada por la imagen, el color y las experiencias vividas.
Ya tengo más de 5 años alejada de las cámaras, los monitores, las luces y el estrés que tanto adoré. Más de 5 años, que decidí cambiar mi historia televisiva por una labor más intelectual, en donde ya no corro, tengo horario y más dedicación a mí misma. No sólo cambien de empleo, sino que cambié de país y considero que triunfo en el extranjero aunque no ejerzo mi profesión. Alejada de la política y de las bombas lacrimógenas y la adrenalina. Pero también de la posibilidad de viajar más lejos de lo que mi bolsillo y mi vista me lo permiten. Lo que si nunca estoy segura que nunca podré cambiar son las maravillosas experiencias vividas en más de 15 años recorriendo paisajes y conociendo la verdad del mundo fuera de las pantallas.
Imagen CC vía Lionel Allorge