Conviction es un "drama legal" basado en un historia real, de aquellas tan largamente aprovechadas por Hollywood para crear tramas un poco más elaboradas y cargadas de furiosos alegatos y discursos emotivos.
Hillary Swank encarna a la abogada Betty Anne Waters. Su único caso, luego de pasar por la escuela de leyes mientras trabajaba y criaba a sus dos hijos pequeños, fue el de su hermano Kenny, condenado a cadena perpetua por homicidio en 1983 por el estado de Massachusetts, EE.UU. Kenny Waters fue, hasta 2001, uno entre más en una extensa lista de convictos que han cumplido condenas por crímenes que no cometieron.
Luego de que Kenny es juzgado y encerrado de por vida en base a evidencia enteramente circunstancial, y ante la imposibilidad de demostrar su inocencia, Betty Anne decide terminar su educación y asistir a la escuela de leyes, a poco enterarse del intento de suicidio de su hermano en prisión. A pesar de la incredulidad de su esposo (de quien eventualmente se separa), Waters aprueba el examen de "barra" que la habilita para ir en busca de una muestra de sangre usada como evidencia en el juicio y someterla a la prueba de ADN.
El filme no solo narra con bastante detalle el trasfondo humano de una mujer que decide enfrentar al sistema con escasa educación y medios a su alcance (como suele ocurrir en Hollywod), sino que además ahonda en las falencias legales que, por décadas, han mantenido a cientos de personas privadas de libertad sin evidencia concreta que determine su culpa, o que han sido condenadas a muerte en los estados donde existe esta pena.
En una entrevista del sitio Women & Hollywood realizada a Betty Anne Waters en 2011, la abogada asegura que, aunque por fortuna la pena de muerte no existe en el estado de Massachusetts, lo más probable es que jamás se habría logrado comprobar la inocencia de su hermano de no ser por su participación en el caso y por las gestiones del Innocence Project, una organización dedicada a exonerar a reos erróneamente condenados.
Fuera del cine, el verdadero Kenny Waters estuvo en prisión por 18 años antes de que Betty Anne consiguiera que el estado de Massachusetts admitiera el error de la condena. Pero esta no es precisamente una historia que inspire a nadie a seguir una carrera en el mundo de las leyes. De hecho, la propia abogada ha dejado en claro en varias entrevistas que jamás tuvo la intención de ejercer, y que hasta hoy carece del deseo de volver a pisar un tribunal.
Pero esa inquietante inquebrantabilidad de un sistema penal injusto y poco certero, retratada de manera bastante íntegra en este filme, es más bien un llamado al coraje y la autodeterminación cuando sabemos que algo tiene que cambiar, que alguien tiene que hacer algo, y que ese alguien debe ser uno mismo.
"Puede sonar ridículo" - señala Betty Anne Waters - "pero el mensaje es que tú puedes hacer lo que sea que desees. Solo pon un pie delante del otro y camina hacia donde quieras llegar. Recuerda esto siempre. Mi dirección fue siempre la misma. Cada obstáculo fue solo eso. Debí dar un paso a la vez, a veces sin siquiera mirar la meta final. Solo pensaba en las pequeñas metas que debía alcanzar".
Una película absolutamente recomendable para despertar esa necesaria indignación capaz de ayudarnos a superar todos los obstáculos, cueste lo que cueste.
Imagen CC: Kate Ter Haar