Para los 3 de ustedes que no cachan, o para las generaciones nuevas, les cuento que los arcades, (“flippers” o “recreativas”, como también se les llamaba), eran salones llenos de máquinas de videojuegos donde los niños pues… jugaban. La típica, era un armatoste de metal con dos palancas y 6 botones por lado, por si quierías jugar de a dos, cada máquina tenía un juego diferente y si querías jugar, tenías que comprar una ficha que costaba entre 50 y 100 pesos. Generalmente no había límite de tiempo, el juego acababa al perder o al darlo vuelta, y si perdías el juego te daba la opción de continuar si es que metías otra ficha. Ahora, el loco que ponía de estas máquinas a menos de 3 cuadras de un colegio, se hacía la américa, porque todos los estudiantes, después de clases se iban a ir a jugar a su local.
Para ponerlo de otra forma, los arcades eran el gran centro social de los pre pubers de los noventa, un lugar donde siempre conocías lo último en tecnología de videojuegos y pasabas un buen rato jugando sólo o con otros niños.
Como no recordar a los hueones cabrones, aquellos personajes que compraban como 10 fichas y las ponían frente a la pantalla, como diciendo: “yo de aquí no me muevo, hasta que me de vuelta esta máquina o se me acaben las fichas, lo que pase primero”. Esto era especialmente molesto si había una fila tras de ese personaje y todos deseaban que perdiera lo antes posible.
Ahora, si eras muy seco, la gente se ponía a tu alrededor y veía como te dabas vuelta el juego. Era genial esa sensación de que personas que no te conocen, se pongan a ver como juegas y hacen comentarios como: “el hueón master”, “la cagó…”, o la típica: “este loco es seco”…
También como olvidar cómo, cuándo ibas con un amigo, se ponía al lado tuyo y pasaba por diferentes estados: te hacía barras (“¡dale hueón!), se convertía en tu DT (“¡¡¡Aprieta el botón verde!!!”), tu asesor motivacional (“no pierdas la calma, recuerda que es sólo una máquina y tú puedes vencerla”), y finalmente, se transformaba en tu papá (“Ya, la última y nos vamos”).
La última situación típica: estabas jugando tranquilamente, cuando un mensaje aparace en la pantalla: “Here comes a new challenger”, mirabas al lado y era otro niño salido de la nada. Ingenuamente alguien puede pensar que ese personaje sólo quiere jugar contigo “amistosamente”, ¡ERROR!, un “juego amistoso”, se da entre amigos. Ese pendejo era malo de adentro, su misión era sacarte de ahí e iba con la mentalidad de “yo puedo vencer a este hueón”, así de nefasto, en tu mente de cabro chico la lista iba así: El Diablo, Hitler, Napoleón, ese pendejo que te quería vencer. Era un pequeño villano.
Cuando lo derrotabas, lo mirabas como diciendo: “sí, devuélvete por la alcantarilla de donde viniste, rata asquerosa”. Ahora, si tu salías derrotado, había un montón de excusas que podías utilizar como: “oh, el botón no funcionó”, “se me trabó la palanca”, y “se me cansaron los dedos”, entre otras. Hey, sé que quizás piensen que eso era de mal perdedor, no gente, era para no darle la satisfacción de la victoria limpia al pequeño imbécil. Corta… o quizás esté exagerando, en fin…
Como bonus, les dejaré mi top ten personal de juegos de arcade
- Pac man
- Arkanoid
- Marvel vs Capcom 1 y 2
- X men vs Street Fighter
- Puzzle Bubble (Bust a move)
- King of Fighters 98’, 99 y 2002
- Snow Bros
- Street Fighter II
- Cadillacs y dinosaurios
- Mortal Kombat 1 y 2
Menciones honrosas: Daitona USA, Silent Scope y cualquier máquina de pinball.
Creo que también hay que mencionar que los salones, actualmente, se han convertido en "casinos chicos" llenos de máquinas de "chumbeques". Igual da lata, pero prefiero recordar cuando a esos lugares iban los niños a divertirse y gastarse unas monedas para jugar videojuegos de forma inocente, en vez de lugares donde las personas que van a apostar y a despilfarrar su plata. Es mi humilde opinión.
¿Qué recuerdos tienes de los salones de arcade? ¿Cuál era tu juego favorito?. Comenta y comparte ;)
Imagen CC Sam Howzit